En 1990 el mundo recibió de buena manera el estreno de una serie que se convertiría en un fenómeno global: “El Príncipe del Rap” como se le conoció en latinoamerica o “The Fresh Prince of Bel-Air” en su nombre original.
El show contaba la vida de Will Smith (interpretado por el actor de mismo nombre) que se vería envuelto en una pelea con una pandilla, razón por la cual su madre toma la decisión de enviarlo a casa de su hermana en Los Ángeles, California. En ese lugar deberá aprender a comportarse como una persona de un estatus social más alto, al mismo tiempo en que su comportamiento empieza a afectar las vidas de sus conocidos en una relación fraterna que explica la importancia del amor de familia. Todo esto narrado con una comedia intensa que hizo que la serie pasara a ser un ícono de los años 90.
En 2019, Morgan Cooper, fanático de la serie original, creó un trailer basándose en la historia del joven de Filadelfia, pero dándole un giro dramático que mostraba lo oscura y conflictiva que podría ser la vida de Will si se contara desde otra perspectiva.
El video de 3 minutos fue bien acogido y tuvo tanta pantalla que el propio Will Smith se contactó con Cooper. La idea era producir una serie con esta nueva temática que serviría como una forma de expandir el universo televisivo de la historia que protagonizó.
Con Smith como productor ejecutivo, se dio inicio a una serie que tuvo a Netflix, HBO y Peacock peleando por los derechos de transmisión, los que serían ganados por estos últimos. Se generaba así, el tan esperado estreno de Bel-Air.
Lejos de casa
Hay que decir que la trama de El Príncipe del Rap siempre fue un tanto turbia. Un muchacho que se involucra en peleas callejeras, con un padre ausente y una madre que lo envía a vivir lejos de su hogar.
Es por eso que cambiar el estilo, de una comedia a un drama, no es un golpe tan fuerte y no se siente como un insulto a la serie original. Cada trama de Bel-Air es sacada de la comedia creada por los Borowitz y no incomoda en ningún momento.
El tío Phil sigue siendo el personaje sobreprotector que está en plena campaña para ser fiscal, Hilary es una joven que aún no tiene claro su camino profesional, pero que está decidida en ser independiente, Carlton continúa siendo un hombre que se comporta como un niño rico consentido y Vivian es la madre que siempre reconocimos como pilar fundamental del núcleo familiar.
Los personajes son los mismos, sus conductas son similares a cómo se presentaron en un inicio y la trama es fácil de seguir ya que todos la conocemos. Pero no se siente como una mera copia. Tiene alma propia y una forma de llevar la trama que hace olvidar que es una historia conocida.
Los detalles hacen la diferencia
Si bien se sabe o se puede inferir cuál será el destino final de los personajes, el camino que los motiva cambia en ciertas cosas y lo hace mucho más atractivo.
Vemos conflictos familiares que derivan de la falta de confianza de los padres a sus hijos, comportamientos impulsivos que en un pasado generaban risa pero que en esta ocasión son el foco de los problemas, celos por parte de personajes que se sienten opacados por la presencia de Will y villanos que en esta oportunidad realmente amenazan la vida de los protagonistas. Después de todo, Bel-Air es solo un barrio, no una burbuja que los mantenga alejados de los peligros.
Y quizás esa es la magia de esta serie. El tomar las mismas situaciones que vimos hace más de 30 años, aterrizarlas en el presente y retratar lo que podría pasar si es que sus vidas no estuvieran siendo manejadas por un grupo de directores de sitcom.
Si hay algo negativo es que muchas escenas que se sienten forzadas por el bien de la trama, pero va de la mano con los eventos de la historia original, por lo que no hay mucho que criticar ya que la idea es que la serie fuera hecha de esa forma.
El guion es entretenido, las actuaciones no desentonan y uno como espectador hace una pequeña mueca de satisfacción cada vez que aparece algún personaje conocido, como los son Geoffrey o Jazz.
Be-Air fue presentada como una serie que en un inicio tendría 2 temporadas, las que pueden aumentar dependiendo del éxito de la serie. Lo que de seguro podría motivar a muchos espectadores para ver cómo reaccionará el renovado Will a sus primeras desilusiones amorosas, los primeros éxitos académicos y el tan recordado encuentro con su padre. Aunque tampoco hay que hacerse grandes expectativas. Es difícil que un proyecto de este estilo pueda tener el éxito necesario para avanzar en años venideros
Si algo se puede pronosticar es que Bel-Air no es una serie que se vaya a recordar, pero sí una que se puede disfrutar. El tiempo dirá si este nuevo Will Smith podrá usar la corona de su antecesor.