Caleidoscopio, un experimento de Netflix en donde se muestra una historia original con la particularidad de que el espectador puede decidir qué episodio ver en el orden que estime conveniente y entender todo sin problemas. Es una técnica que se ha visto en libros como Rayuela de Julio Cortázar y que siempre es atractiva de ver. En especial si se trata de una serie de streaming en donde la persona puede cambiar este orden con la simple ayuda de un botón.
La historia es bastante básica, pero entretenida. Leo Pap (Giancarlo Esposito) es un ladrón de joyas que junta un grupo de criminales para robar la bóveda más segura del mundo, perteneciente a Roger Salas (Rufus Sewell) y que guarda en su interior el que potencialmente sería el botín más grande que hayan visto.
Es una historia que tiene sus cimientos décadas en el pasado y que estalla en un plan maestro en donde deben reunir los elementos necesarios para vulnerar una caja fuerte impenetrable. Al mismo tiempo en que en que se planea una venganza que tiene como protagonistas a Leo y a Roger.
Se junta un gran elenco con buenas actuaciones y presentaciones interesantes que van desarrollándose con el pasar de los episodios. Todo en vista de que no pueden introducir la historia completa de alguno de estos de una sola vez que ya incomodaría la experiencia de ver la serie en el orden que uno quiera, salvo “Blanco”, que siempre debe ser el último capítulo.
Personalmente, partí desde “Azul – 5 días antes del robo” y puede que sea un episodio un tanto complejo a la vez que todos los involucrados ya están presentes, pero aun así se logra entender fácilmente lo que quieren hacer y parte de las motivaciones de los ladrones, por lo que se cumple la idea principal y da inicio a un viaje de lo más interesante.
El hecho de que se trate sobre un robo hace posible que en cada episodio se vaya preparando terreno sin comprometer el desenlace. Se van mencionando puntos importantes que uno guarda en su memoria y luego vuelve a esos puntos una vez que salen en pantalla. No es algo de gran complejidad y puede que no sea lo que uno esperaría de la serie al leer una sinopsis sobre su estilo, pero cumple su misión a pesar de ser un “ah, apareció el detalle que me faltaba del episodio anterior”.
No hay mucho que pensar, es fácil de ver y de hecho uno puede seguir una historia lineal si se guía por los nombres de los episodios, los que nos sitúan en un periodo de tiempo en específico, por lo que es fácil recordar un evento tomando en cuenta que los hechos están distanciados por días, semanas o años.
Hay episodios que son mejores que otros como punto de partida de la serie, pero nada que genere mucho ruido o que arruine la experiencia del proyecto.
Giancarlo Esposito es un protagonista genial que entrega una gran actuación (sin ese acento de “latino hablando en inglés”) mostrando a un ladrón profesional con el que uno puede simpatizar al ver los eventos que lo llevaron a planear el atraco a la bóveda de SLS, pero lamentablemente no se puede decir lo mismo de los demás.
No es que sean malos personajes o que haya alguien que sobre. Es más, uno quiere más profundidad en las historias de estas personas, pero esta no llega y puede ser debido a la misma idea que motivó esta serie.
Debe haber una especie de presentación de personajes en cada episodio previo al final y eso evita una evolución en éstos ya que deben mantenerse neutros para no confundir los deseos y personalidades de cada uno en el camino al desenlace. Es por esta razón que no podemos ver un desarrollo y, salvo Leo y Ava (Paz Vega), no se logra generar una conexión con estos papeles.
Esto también afecta el desarrollo de personajes ajenos al grupo, como lo son un par de agentes del FBI, quienes tienen problemas personales que deberían causar impacto y simpatía en el espectador, pero que están tan alejados de lo que pasa en la trama principal y tienen tan poca evolución que pasan a ser personajes secundarios que no importan y que solo incomodan cada vez que aparecen en escena.
El fuerte de esta serie es el que en cada episodio vayan entregando detalles que uno tiene presente para ver su importancia más adelante. Puede que esta relevancia llegue con un capítulo ambientado en el pasado o luego del atraco, pero el punto es que se van notando situaciones que uno identifica sin problemas como algo que tendrá una explicación en el futuro. Pero, ¿y si esa explicación no llega?
Es lo que ocurre con ciertos elementos que se observan de paso con la esperanza de que vuelvan a aparecer en pantalla para que se aclare la trama que los involucra. Pero estos se transforman en detalles que se les escapan, que no vuelven a mencionarse y que incomodan la experiencia del televidente ya que muchos de estos eran importantes en la trama.
También hay cosas que se dejan sin respuesta y que forman una parte importante de la historia. Como por ejemplo el hecho de que un ladrón de joyas pase a ser alguien con una enormidad de recursos y herramientas para usar a su servicio de la noche a la mañana.
Pero tampoco hay que exagerar ya que la experiencia sigue siendo buena y la trama logra tener sentido acorde a lo mostrado en cada uno de los capítulos.
Uno podría decir que es una serie a la que le falta complejidad y desarrollo, pero la verdad es que es una serie que trata sobre un robo mas que una que pretenda alguna evolución en sus personajes. Es un proyecto que busca entretener mas que sorprender con una complejidad de novela policiaca. Y se puede decir que cumple su objetivo.
Tal como dice su nombre, hay una amalgama de opiniones y expectativas distintas y cada uno puede ver una serie distinta acorde a su propia perspectiva, por más que el final no sea el que todos esperaban.