En 2018 se estrenó la primera temporada de Cobra Kai, que revivía la personaje de Johnny Lawrence, el matón que fue derrotado por Daniel Larusso en el final de la legendaria “The Karate Kid”, y que curiosamente no formó parte activa en ninguna de las secuelas de la cinta original. La idea era excelente, por la nostalgia que rodea a los míticos personajes, pero además por ser la excusa perfecta para adoptar una fórmula que resulta a la perfección por estos días: la iconografía ochentera.
Siendo honestos, las dos primeras temporadas de Cobra Kai pasaron sin mucha notoriedad, principalmente por ser original de Youtube Premium, servicio de streaming con pocos suscriptores y que no ha logrado masificarse con el tiempo. No fue hasta mediados del 2020 cuando la serie pasó a Netflix que comenzó a ganar popularidad, especialmente tras el anuncio de una tercera y cuarta temporada.
Así, el 1 de enero de este 2021 se estrenó la tercera entrega de esta serie, que continúa la rivalidad entre Daniel Larusso, Johnny Lawrence y el despreciable John Kreese, que al final de la segunda temporada cobró una relevancia inesperada. Habiendo visto ya los 10 capítulos, procedemos a comentarla, pero ojo, abordaremos algunos SPOILERS, así que no has visto la temporada, estás advertido.
Lo que funciona: La nostalgia
Cobra Kai vive, respira y se nutre de la nostalgia. Es el elemento clave de esta serie y Jon Hurwits, el showrunner, lo entiende a la perfección. Con el correr de las temporadas, han vuelto a aparecer algunos personajes secundarios de las películas originales, pero de una forma bastante bien balanceadas. Todos y cada uno de los cameos son utilizados para ayudar a desarrollar a los personajes principales, y afrontar una temática que es recurrente en toda la serie: afrontar los errores del pasado.
Si en la segunda temporada vivimos un gran capítulo con Johnny en compañía de sus antiguos amigos del Cobra Kai original, en este tercera entrega estos grandes momentos llegan de la mano de Daniel Larusso y su visita a Okinawa, donde se reencontrará con Kumiko y Chozen Toguchi, personajes de la The Karate Kid II. Este encuentro no es gratuito, y si bien tiene una dosis de cliché, algo normal en la serie, permite explorar aspectos de la personalidad de Daniel, a la vez que permite a la trama moverse hacia adelante.
Por otro lado, la química entre William Zabka y Ralph Macchio contínua siendo magnética y todas las escenas que comparten resultan inolvidables. Verlos unirse para luchar contra un grupo de matones en una taller mecánico, y su gran enfrentamiento contra John Kreese en el capítulo final, son algunos de los puntos altos de esta temporada. Mención aparte al comeback de Ali Mills, con una Elizabeth Shue que está excelente en un papel que no interpretaba hace casi 40 años.

COBRA KAI (L to R) RALPH MACCHIO as DANIEL LARUSSO and WILLIAM ZABKA as JOHNNY LAWRENCE of COBRA KAI Cr. CURTIS BONDS BAKER/NETFLIX © 2020
Lo que no resulta: El high school drama
Convengamos que desde la primera temporada de Cobra Kai queda claro que estamos ante un tipo de cliché y estética cutre intencional, que se mixea a la perfección con el throwback ochentero que se propone audiovisualmente. Y si bien este aspecto está relativamente bien balanceado en las dos primeras entregas, la tercera temporada comienza a ser irrisoriamente inverosímil en toda la trama de los adolescentes.
El personaje de Miguel sigue siendo el que más funciona en pantalla y su proceso de recuperación junto a Johnny Lawrence resulta muy emotivo. Lamentablemente, es el único arco de las y los jóvenes que resulta, porque el resto de las subtramas poseen muy poco peso dramático y en esta temporada se toman demasiado en serio, contrastando con el tono de comedia que predomina en la producción.
Los problemas de los adolescentes en este temporada son ridículamente superficiales, y carecen del contenido que pudimos ver en las dos entregas anteriores. Personajes como Hawk o Dimitri ven muy reducidos sus arcos dramáticos, y por otro lado el guion extraña de sobremanera al personaje de Aisha, desaparecida por decisión creativa de los realizadores y que cuya ausencia se siente en pantalla.
Mención aparte para el personaje de Samantha Larusso, a nuestro criterio el peor de toda la serie. Ya en las temporadas anteriores costaba conectar con esta joven de intereses poco definidos, pero en esta tercera se transforma en una presencia realmente molesta, con muchísimo más tiempo en pantalla del que merece. Sin duda una decepción a nivel creativo en la construcción de un personaje que debería ser clave para el universo de Cobra Kai.

COBRA KAI (L to R) PEYTON LIST as TORY and JACOB BERTRAND as ELI of COBRA KAI Cr. BOB MAHONEY/NETFLIX © 2020
Un placer culpable de principio a fin
Cobra Kai es cliché, posee un sinfín de lugares comunes y situaciones que resultan bastante difícil de creer. Y sin embargo, por algún extraño motivo lo anterior casi siempre resulta. La acción en esta tercera temporada está mucho mejor trabajada que en las anteriores, con tomas rápidas y un buen trabajo de coreagrafías en un equipo que destaca por realizar, en su mayoría, sus propias escenas de acción, lo que nunca debe dejar de apreciarse.
Si bien a ratos el guion se sobrecomplica con arcos dramáticos que se sienten forzados y fuera de lugar, la serie siempre logra encausar su camino y volver a ese tono light y familiar que tanto éxito le trajo a la saga original. Cobra Kai es un disfruta, no es para tomársela en serio y cuando mejor resulta es, precisamente, cuando la producción da rienda suelta a todos los clichés y estímulos propios de este universo. Prueba de ello, es la escena final con Johnny y Daniel uniendo sus dojos para enfrentar al ejército de matones que ha creado John Reese. Totalmente meloso, lo sabemos, pero por lo mismo funciona a la perfección.