DOTA: Dragon’s Blood: El renacer de una franquicia abandonada

Netflix vuelve a apostar en los dibujos animados para cautivar a un espectador más casual. Atrás quedó el desastre de Dragon’s Dogma y en esta ocasión se arriesga con uno de los juegos más populares (y también más olvidado) del mundo: Dota 2. 

La gracia de esta obra es que no está mostrando algo de lo que todos deberían tener conocimiento, sino que dan vuelta el asunto y parten con una precuela del juego antes de la conocida Guerra de los Ancestros que dio inicio a Dota. Nadie sabe a certeza qué fue lo que ocurrió con los personajes antes de que iniciara el juego, lo que nos deja un lienzo en blanco que Netlix y sus productores supieron aprovechar. Vale decir, que lo escrito a continuación cuenta con mínimos spoilers del anime. 

Un argumento interesante

Durante 100 años, los Bosques de Nightsilver han estado en paz al dominio de los adoradores de Selemene. Una noche, los Lotos de Selemene, que contienen parte del poder de la diosa, fueron robados desde el templo principal y Mirana, Princesa de la Luna y servidora del culto, parte en búsqueda del ladrón para devolver el tesoro a su lugar correspondiente. En su misión la acompaña su fiel montura, Sagan, y su leal escudera, Marci. 

En su camino se topan con Davion, Caballero Dragón que es conocido por sus hazañas y quién hace de acompañante y co-protagonista de Mirana en el viaje para encontrar lo robado y aprender sobre la maldición que Davion porta consigo mismo. 

Por otra parte, Fyrmyn, elfa que robó los lotos, quiere entregar estos a un sabio al que llaman Invoker para que haga uso de esta herramienta y pueda traer de vuelta a la vida a la diosa Mene, quién al parecer fue asesinada por Selemene, quién tomó control de los Bosques de Nightsilver a la fuerza y aniquilando a cualquiera que se opusiera a ella. 

A disfrutar sin necesidad de jugar

De inmediato salta la duda. ¿Es necesario jugar el juego para entender la serie? En absoluto. Es un anime que se entiende completamente y que no intenta poner pistas secretas en donde uno debe leer el lore de Dota para poder seguir la trama. Algo que podrían copiar los directores de los live action de DC Comics.

No es extraño que un anime basado en un juego está repleto de easter eggs que funcionan como fanservice para captar la atención del espectador que tiene conocimientos del juego original. Y eso pasa acá, por supuesto, pero va de la mano con el desarrollo de la historia y coincide con lo que te muestran en la pantalla, por lo que es cómodo y nada rebuscado. 

Una de las cosas que saltan a la vista es que la trama de Dota: Dragon’s Blood es compleja, pero no difícil de seguir. Hay personajes carismáticos que nos hacen adentrarnos en la historia y que sirven como guía perfecta sin que se sienta forzado por el guion. Cada uno tiene una meta y un enemigo claro, pero en el camino conocen nuevas aristas que los hacen preguntarse si es correcto lo que están haciendo.

De hecho, uno de los elementos diferenciadores del anime es que por momentos uno no sabe quién es el “bueno” y quién es el “enemigo”. Hay situaciones en donde uno da por hecho que Selemene es una villana, pero enseguida te ves apoyándola en una pelea contra otro rival que sí pareciera ser el verdadero villano definitivo. Hay acciones de Fymrin que nos dejan en claro que es la antagonista, pero de pronto aparecen dudas y uno tiende a preguntarse si no es la protagonista del anime que simplemente está viviendo el camino del héroe. Es llamativo, fácil de comprender y ayuda en la construcción de un mundo que pareciera simple, pero que es amplio y lleno de interrogantes.

Además, el anime es fiel al juego en el sentido de que para que un personaje pueda ser más fuerte necesita un mejor equipamiento. Vemos que ocurre esto con Kaden, compañero cazador de dragones de Davion que es un simple humano que lucha contra los enemigos usando armamento de primer nivel. Lo mismo podemos decir sobre los poderes de la luna de los servidores de Selemene que ven potenciados sus ataques cuando son iluminados por el astro, pero que vuelven a la normalidad cuando no reciben el poder de la luz, como pasó en la Luna de Sangre en los capítulos finales. 

La experiencia al mando de la animación

Si vamos a los elementos técnicos inmediatamente vamos a sentir cierta familiaridad en torno al estilo de animación occidental que el estudio Mir entrega al anime. Y es que el estudio surcoreano es el mismo que trabajó en la realización de Avatar: La Leyenda de Korra, y uno de los creadores de la firma, Jae-Myung Yu, fue director de Avatar: La leyenda de Aang y de algunos capítulos de Teen Titans. De hecho, uno puede notar la comedia que usan los personajes que en ningún momento es ridícula ni forzada. Tal como pasa en los shows mencionados. Netflix apostó a lo seguro. 

Mir hizo un gran trabajo en las secuencias de movimiento en cada escena de acción. No hay cuadros se sientan fuera de lugar y los personajes se mueven acorde a la construcción de su cuerpo. El uso de CGI en conjunto con la animación 2D pasa casi inadvertido y de hecho sirve como un punto a favor. No es tarea fácil el querer mezclar ambos estilos. Hay animes actuales que han querido seguir esta fórmula y han fracasado notablemente pese a tener financiamiento y la propaganda de un gigante del streaming (estoy hablando de ti, Ex – Arm). Por lo que se agradece el cuidado que tomaron en cada toma donde se usa la animación por computadora. 

Quizás lo más llamativo del uso del CGI es el estilo de los dragones. Los cuales lucen amenazantes y uno compra completamente la historia de que son bestias que viven para cazar a sus presas sin ningún tipo de raciocinio. 

La historia de siempre

Si bien hemos hablado de lo bueno del anime, tampoco hay que tratar el show como una gran obra maestra sin ningún punto negativo. Hay elementos que, de frentón, son malos y que afecta la nota final de la obra. 

Partamos por lo evidente de los clichés. Un hombre que lucha y debe buscar una cura a su condición o se convertirá en una bestia definitivamente, una princesa caída en desgracia y un escudero que parece ser más asombroso que cualquier otro personaje pero que no se le da la importancia merecida. Damos vuelta un poco el argumento y tenemos la misma historia de Shrek 2. No es que incomode al verlo, pero no sorprende y uno ve a kilómetros de distancia por dónde va la cosa y cómo van a evolucionar los personajes. Después de todo, es el mismo cliché de siempre. 

Otro punto negativo es que el mundo de Dota es muy amplio y lo ideal es haber tenido una guía que nos indicara por cuál camino vamos yendo. El anime no hace eso, es más, abre una serie de subtramas que sirven para adentrarnos en la historia pero que no responden ninguna de las interrogantes que se dieron a conocer. Terminamos con un anime que presenta muchas dudas, pero ninguna respuesta en un claro objetivo de crear una serie de cliffhangers para temporadas futuras. Quizás esto podría haber sido mejor trabajado al tener más capítulos, ya que los 8 actuales quedan cortos en la construcción de la trama. 

Hasta el momento, la recepción de Dota: Dragon’s Blood ha sido buena, captando la atención de jugadores del juego y de gente que nunca en su vida ha tocado un MOBA. Es de esperar que pase algo similar a Castlevania y que Netflix siga produciendo más temporadas. Por ahora, solo queda esperar que la historia de fantasía medieval pueda seguir desarrollándose. El mundo necesita más capítulos de Marci. 

DOTA: Sangre de Dragón (2021)

Netflix

3.5/5

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