DOTA: Dragon’s Blood, libro 2: La sangre de dragón toma protagonismo

La primera temporada de la serie llegó como una de las grandes sorpresas de 2021. Dota, un juego que cada vez se mencionaba menos, llegaba a la pantalla chica de la mano de Dragon’s Blood y nos entregaba una trama nunca antes contada para los fanáticos. 

La historia de Davion y Mirana, Caballero Dragón y Princesa de la Luna, partió como algo simple y evolucionó en un conflicto que involucraría incluso a dioses en lo que es el preludio de la Guerra de los Ancestros.

Acabamos la primera parte con la noticia de que la diosa Selemene ha sido derrotada y capturada por Invoker. Davión es aprisionado por sus compañeros de Fuerte Dragón que buscan una solución a su unión con Slyrak. Mirana, Marci y Luna escapan de las manos de los Coriel’Tauvi y buscan la forma de obtener un nuevo poder para poderle hacerle frente a los elfos, uno que sea distinto al de su diosa extinta. Por otra parte, Terrorblade se prepara para su movimiento final, en el que es necesario matar a todos los dragones Eldwurm. El mundo está a punto de estallar en una guerra global. 

“Mi espada, mi vida por Fuerte Dragón” 

Iniciamos esta caótica temporada justo donde terminó el anterior libro, con nuestros protagonistas separados, peleando en varios frentes y llenos de dudas al no saber qué está sucediendo ni qué es lo que deben hacer para evitar una guerra a gran escala. 

Si la primera temporada nos centramos en la introducción de los personajes y expansión del mundo, en este nos enfocamos netamente en la acción. No hay episodio que no contenga alguna pelea y pareciera que estamos viendo una batalla de todos contra todos en donde cada uno debe elegir un bando al que servir. De lo contrario, corren el riesgo de ser simplemente daño colateral en un enfrentamiento que ya no es solo de humanos y elfos, sino de criaturas mágicas, gente con poderes sobrenaturales y dragones.

Atrás quedaron los días en que el problema más urgente era encontrar a una ladrona y pelear en contra de una horda de dragones pequeños. En el libro 2 la amenaza aumenta a una escala muy superior. Tanto así que el mismo Davion, en su forma de dragón, pareciera ser un niño jugando en terreno de adultos mientras los rivales más asombrosos se presentan ante él y sus acompañantes. 

Con esto dejamos de lado el comodín de Slyrak como salvación ante cualquier pelea difícil. Además nos enteramos de que la sangre de Davion y su vínculo con Slyrak tiene una característica particular, lo que por supuesto genera que más personas estén interesadas en el Caballero Dragón y en su relación con los Eldwurm. 

Algo similar ocurre con el resto de los protagonistas. Todos están en medio de una pelea que se les escapó de las manos y ahora deben enfrentar las consecuencias de sus actos. Si algo se destacó de la primera temporada es que por momentos no se sabía quién era el héroe y quién el villano. Y es la misma duda lo que los lleva a arrepentirse de todo lo que hicieron, de a quién sirvieron y a quién atacaron.

Si en el pasado la historia era impulsada por las acciones de los protagonistas, en esta temporada, son los personajes los que están insertos en un engranaje que seguirá rodando con o sin ellos. Sus actos han desencadenado una reacción en cadena que los margina de lo esencial y los deja como lo que son: personas llenas de dudas, sin un dios, con enemigos y desamparados al no tener a nadie que los lidere. 

“Camina en la sombra, conoce la luz”

Se puede decir que, a pesar del caos en el que están inmersos, esta temporada se preocupa más de las vidas y deseos de sus personajes. Quiénes tendrán que aprender a conocerse a sí mismos antes de hacer algún movimiento. 

En el pasado se dejaron manipular por los anhelos de alguien más y solo ocurrieron desgracias. Ahora deben descubrir sus propias ambiciones para saber a quién deben apoyar y a quién enfrentar para evitar la destrucción del mundo. 

Se revelan secretos, discusiones sociopolíticas en donde se involucran líneas familiares y relaciones de amistad que no se habían visto antes. Los protagonistas buscan la respuesta en su interior y debe ser la indicada, porque un solo error los puede condenar a una muerte segura.

Y puede ser esta misma expansión de la trama lo que genere los primeros problemas, los que siguen estando presentes desde la primera temporada: no hay espacio para la explicación de las leyendas que se mencionan. 

Se sabe que el mundo de Dota 2 es extenso y complejo, por lo mismo es que es necesario tener una guía de las distintas deidades, ciudades y criaturas para no perder el hilo conductor. Lo que lamentablemente no ocurre en algunos puntos en que la historia avanza sin control y deja al espectador lleno de preguntas a la espera de que se pueda presentar una respuesta más adelante.

En muchas ocasiones la explicación sí llega y nos podemos hacer una idea de quién es quién, pero en otras nos dejan en blanco y casi interpretando un hecho según lo que cada uno entendió para que la trama tenga el mayor sentido posible.

Ahora, esto no evita que sea una gran temporada. Las secuencias de acción mejoraron, la animación de Studio Mir se supera con respecto al año pasado y ahora nos otorga giros de cámara y ángulos que no habíamos visto antes. Cada momento de pelea es un deleite que nos hace pensar que no basta con solo 24 minutos por episodio.

La historia no toma ninguna pausa. Con cada temporada que pasa el peligro parece ser mayor y la guerra final contra Terrorblade se aproxima a pasos agigantados.  No hay aviso de una tercera parte, pero el buen trabajo en este proyecto nos deja un pronóstico favorable con respecto al futuro.

De lo que sí hay certeza, es que Marci sigue siendo el personaje más querible de toda la franquicia. 

 

Dota: Dragon's Blood, Libro 2 (2022)

Netflix

4.0/5

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