Edén es una miniserie animada en una colaboración entre Netflix y el debutante estudio Qubic Pictures. Está escrito por Kumiko Ueno y dirigida por Yasuhiro Irie, conocido por ser el director de obras como Full Metal Alchemist: Brotherhood y Cowboy Bebop.
Cuenta la historia de un planeta post apocalíptico en donde los humanos han desaparecido y el cuidado del medioambiente, como también cualquier señal de civilización, está a cargo de robots autónomos que fueron creados hace cientos de años con el fin de preservar la naturaleza.
Es en este mundo en donde un par de robots recolectores, pertenecientes a la base Edén 3, encuentran una misteriosa cápsula que contiene a un bebé humano en su interior, al que deciden cuidar y esconder del resto de los robots del complejo ya que se tiene la información de que los humanos son dañinos. Así dan comienzo a una aventura que tendrá a esta niña, llamada Sara Grace, como la protagonista de un anime en dónde ella será encargada de decidir el destino de la humanidad.
Lo mismo, pero bien contado
Una de las características que resalta es que este anime no da vueltas en introducciones, pasados de sus personajes ni tramas innecesarias. Va directo al punto que quiere contar y lo hace de una manera simple, fácil de ver y que se logra entender. No hace falta saber nada más del mundo que te están presentando ya que ese es el misterio, eso es lo que este anime quiere desarrollar y no gasta tiempo en crear de antemano un contexto que se va a ir explicando de a poco en los 4 episodios que conforman esta miniserie.
Si somos honestos, no es primera ni última vez que vamos a estar en presencia de una obra que trate los temas de un mundo llevado a la ruina con un claro mensaje en pos de cuidar el medio ambiente. Tampoco es la única historia que vaya a tener a un protagonista envuelto en una batalla por el futuro de los seres humanos, pero de alguna forma, Edén lo hace distinto. La simpleza de sus diálogos y escenas quitan el foco del peligro inminente y lo acercan a la relación entre los mismo robots y cómo se desenvuelven en un mundo en donde, irónicamente, no tienen conocimiento alguno de cómo deben reaccionar ante algún factor externo pese a estar programados con toda la información de la humanidad dentro de ellos. Un bebé es algo que está fuera de sus cálculos y eso los confunde.
El concepto de familia
Quizás algo que es distinto a otros anime es que los robots se sienten humanizados al punto en que llegamos a pensar que son inteligencias artificiales con la capacidad de sentir emociones.
Es cómico y entretenido ver como el raciocinio de estas creaciones no funciona a la hora de querer tratar con un ser impredecible como lo es Sara, pero llama aún más la atención que el comportamiento compasivo y conmovedor de los robots sigue una lógica que va acorde a su propia programación, pero que al mismo tiempo sienta las bases de una relación humana. Uno los ve interactuando con Sara y piensa que efectivamente sienten cariño hacia ella, cuando fundamentalmente solo están siguiendo las instrucciones plasmadas en ellos. Están hechos, en primer lugar, para preservar la naturaleza de cualquier elemento dañino, pero la niña no representa peligro alguno. La existencia de este humano activa un componente dentro de ellos que los incentiva a cuidar a sus creadores y en su programación solo hay un camino posible: proteger a Sara, cuidar su sonrisa y evitar que algún elemento externo ponga en riesgo su vida.
Es en medio de eso en donde los robots se plantean una misión propia, la cual es intentar experimentar emociones humanas para poder entender mejor el comportamiento de Sara, de su “hija”. Bastante simple y bastante humano, ¿no?
En medio de esta familia poco convencional aparecen conceptos robóticos que dan el ejemplo de una crianza por parte de estas máquinas. Ellos no saben el significado de la palabra “prometer”, pero sí le piden a Sara que “Afirme” que no se pondrá en peligro. No tienen en ellos la idea de dormir ni de comer, pero sí el de “Recargar” y para ellos, Sara es un ser que funciona analíticamente de otra forma y no le dan mayor vueltas al asunto. Le ordenan a la niña que no se exponga ya que eso podría significar el fin de su vida, como también el de los demás robots ya que ellos están programados para preservar lo bueno del mundo e inevitablemente serán sus escudos. Puede que el entendimiento y la forma de hacer las cosas sean distintas, pero son padres criando a una hija y no la juzgan por su comportamiento, sino por lo que representa.
Y para completar, por supuesto, hay que destacar la emotividad de las secuencias dirigidas por Yasuhiro Irie que nos plantean un mundo robótico como pocas veces se ve. Uno que conmueve con elementos simples en medio de un presente lleno de incertidumbre y que empujan a Sara a encontrar su razón de existir en una búsqueda por saber qué ocurrió con los humanos y qué debe hacer de ahora en adelante.
Sin miedo al CGI
Viendo los tráiler del anime aparecen muchas dudas en torno al uso de la animación por computadora, un recurso que raramente es bien recibido por la opinión pública y que lleva al cementerio obras que tienen todo para triunfar.
Pero eso no ocurre en el caso de Edén. En este anime, el uso del CGI pasa inadvertido debido a cómo se complementa con los fondos dibujados y los colores vivos. Los cuales conforman una fotografía que no tiene nada que envidiarle a las series basadas en dibujos 2D. Es verdad que hay escenas que podrían quedar mucho mejor si estuvieran hechas completamente a mano, pero en ningún momento aparece algo que incomode a la vista o que haga replantear la decisión de animar a los protagonistas mediante el uso de la computadora.
El OST, a cargo de Kevin Perkin, el mismo responsable de la banda sonora del anime y películas de Made In Abyss, como también de las 2 temporadas de The Rising of the Shield Hero, se complementa de tal forma que calza perfecto con las emociones que Edén quiere transmitir. No es una orquesta grandilocuente, sino sonidos que se pueden asociar de buena manera con la simpleza de la miniserie y que buscan complementar más que protagonizar.
Si hay algo negativo en torno a Edén es que la trama es un tanto predecible. Hay ligeros plot twist, pero nada que nos asombre en gran medida. Pero claro, el anime está enfocado en un público menor y lo importante no es la trama, sino el mensaje en una obra que plasma una última interrogante: ¿vale la pena que los humanos vivan? La respuesta recae en cada uno.