El Páramo es una película española estrenada en Netflix hace unos días. Es dirigida por el joven director David Casademunt, quién hace su estreno en los largometrajes con este proyecto que busca recrear el éxito de producciones como “La Casa de Papel”, “El Hoyo” o “REC”.
Cuenta la historia de Diego, un niño que vive en una casa alejada de toda civilización junto a sus padres. Están en una época de guerras en el siglo XIX, por lo que viven aislados en un páramo en donde marcaron límites para dejarle claro al niño que todo lo que está más allá de su hogar está repleto de personas peligrosas. Sin embargo hay algo más ahí afuera. Un ser que viene a por ellos y al que llaman “La Bestia”. Su casa ya no es un lugar seguro y no hay adónde escapar.
Lo primero que salta a la vista es el excelente trabajo en la fotografía de Isaac Vila que logra plasmar la sensación de soledad con sus imágenes. Se siente la melancolía de estar alejados de todo y el suspenso que esto provoca. La ambientación también cumple su cometido y nos transporta a una España antigua en dónde la seguridad propia era más importante que el destino del resto del país.
A eso se le suma una dirección por parte de Casademunt que logra crear un entorno de incertidumbre por no saber qué es lo que ocurre en las afueras de esta casa de madera. Se habla mucho sobre que Diego debe madurar y uno entiende que es a raíz del peligro inminente que acecha en España, pero hay algo más que les preocupa. El silencio es abrumador y cada vez parece más certero el imaginarse que afuera hay algo más que solo humanos. Que La Bestia de la que hablan es real y que tarde o temprano vendrá a buscarlos.
La inocencia de Diego llega a ser desesperante ya que sabemos que de seguro algo malo ocurrirá. Y eso es lo que preocupa al espectador. El saber que el monstruo llegará y que el pequeño no está preparado para enfrentar tal amenaza. Pero acá es donde ocurre el primer conflicto: se supone que es una película de terror, no un thriller psicológico.
“Veo, veo, ¿qué ves?”
Si bien es una película que entretiene y que cumple el objetivo de crear suspenso, se queda corta en muchas otras cosas. Quizás por querer abarcar mucho en tan poco tiempo o por querer crear distintos hilos conductores en una historia que es bastante simple. Lo cierto es que Casademunt quiso tocar varias subtramas a lo largo de su cinta, pero no terminó ninguna.
Es mencionado el periodo de guerras en España, pero parece más una excusa para explicar el porqué la familia está alejado de todo más que una parte de la historia de la película ya que nunca se llega a desarrollar este punto. Nos cuentan los relatos sobre la supuesta Bestia que acecha a las personas, pero dicho cuento llega de improviso y sin que se haya preparado una base que nos haga preguntarnos los orígenes de éste ser.
Hay secretos familiares que se mencionan y nunca se resuelven. Situaciones en donde uno de los personajes defiende una postura, pero que a los minutos da un giro de 180° en lo que de nuevo pareciera ser una excusa para poder avanzar en el guión sin tener que gastar minutos en una explicación razonable. Se deja mucho a la interpretación del espectador y se obvian detalles que podrían haber hecho que esta película fuese más completa.
Pero lo que más llama la atención es que el filme esté catalogado como una cinta de terror cuando, a excepción de unos cuantos screamers, no da miedo, solo genera suspenso y la sensación de que estamos viendo un filme con un claro mensaje sobre la locura y depresión más que la figura literal de una bestia, como se vio en el trailer.
Tampoco se encuentran los motivos por los cuales esta Bestia aparece ante la gente. No se sabe su objetivo ni de dónde viene. Lo que hace que tome más fuerza la idea de que quizás no hay un monstruo, aunque la película muestre lo contrario.
“¡Diego, coge el arma!”
Si bien la dirección se queda algo al debe en la creación de un ambiente de terror, hay que mencionar que la actuación del pequeño Asier Flores es para quitarse el sombrero. Pone el desarrollo del filme sobre sus hombros y se lleva el peso de guiar el avance de la trama con sus propias manos.
Es la misma actuación de Flores la que aporta en gran medida a que se logre percibir el suspenso y es él quién nos encamina en las distintas subtramas. No es alocado decir que sin él, la película pierde su gracia y pasa a ser un filme independiente del montón.
El personaje de Diego, con su comportamiento inocente, pero firme, es quien nos plantea la duda sobre la existencia de La Bestia. Su visión de la vida es simple y sin preocupaciones, por lo que no está agobiado con mismo estrés que sus padres. Es por eso que nos llegamos a preguntar si de verdad existe un ser sobrenatural o solo una metáfora para hablar de los peligros de la soledad.
Me encantaría decir que sé con certeza qué es lo que quiso lograr Casademunt con su dirección. Lamentablemente, se queda corto en su desarrollo y no se logra comprender a cabalidad que es lo que quiso plantear con su historia.
Hay momentos en que los personajes cambian su comportamiento debido a lo que están viviendo, pero otros en que simplemente lo hacen sin tener una motivación extra. Hay situaciones en las que pareciera que la película va por un camino, pero termina yendo por otro y no se entiende por qué tomaron esa decisión. Queda la sensación de que el desarrollo se contó en los primeros 40 minutos de película y que el resto es solo una repetición de lo mismo.
Partió siendo una atractiva película de terror y terminó siendo un drama con buenas actuaciones que arreglan un mal guion.
Es el primer largometraje de David Casademunt. Esperemos que en el futuro sepa con seguridad qué tipo de película quiere hacer.