Llegó octubre, mes de los disfraces, adornos de telarañas y fiestas con amigos. El momento perfecto para recordar esas historias de terror que hicieron parte de nuestra infancia y que nos suben la adrenalina cada vez que entramos a una habitación oscura. Súmale una maldición, un fantasma y un muñeco embrujado y tienes el reboot de una de las series más famosas de los 90, Escalofríos.
Este proyecto, basado en las novelas escritas por R. L. Stine, es un compilado de los cuentos más famosos del escritor que son utilizados como parte de la trama de una historia lineal que se desarrolla en los 10 episodios de la temporada.
El show nos presenta a un grupo de jóvenes escolares que comienzan a ser víctimas de sucesos sobrenaturales que se conectan con el trágico fallecimiento de Harold Biddle, un adolescente que murió quemado producto de un incendio en el sótano de su casa. Biddle está convencido de que su muerte fue debido a la intervención de personas que querían hacerle daño y su meta es cobrar venganza teniendo como objetivo la nueva generación de estudiantes.
Este grupo de alumnos tiene alguna conexión con gente del pasado de Biddle y por lo mismo son más propensos a vivir la furia de éste, pero no de manera directa como un poltergeist, sino que con un plan a largo plazo que involucra a los jóvenes y sus familias.
Harold Biddle era un aficionado de los fenómenos paranormales y mantenía una colección de artefactos embrujados en su sótano. Aparatos que, de una o otra forma, llegan a manos de los protagonistas, quienes sufren los efectos sobrenaturales de estos en cada uno de los episodios que van aportando contenido a la historia principal.
Estos instrumentos son sacados directamente de las novelas originales y los episodios en que aparecen comparten nombre con los de la serie de tv de Fox Kids, por lo que los curiosos pueden buscar información en internet para recordar el cuento que se está homenajeando. La serie original se puede encontrar en su totalidad en Youtube.
Esta forma de construir la serie puede tener dificultades al hacer que todo el guion sea disperso, pero funciona en esta ocasión. Los casos sobrenaturales que se presentan tienen un origen en común y usan eso como punto de partida para desarrollar la historia sin que parezca que estamos viendo series distintas.
No es necesario saber nada de Escalofríos para poder disfrutar de la serie, pero quienes recuerdan un poco los cuentos podrán reconocer los artefactos malditos como si fuesen un easter egg de primera categoría. Es una sorpresa para quienes nunca han visto Escalofríos en el pasado y un recuerdo de infancia para quienes conocen las novelas.
En cuanto a producción hay que decir que no es grandilocuente ni con efectos especiales de gran inversión. Tampoco tiene un guion que le entregue un estatus distinto o un enfoque más maduro, pero se mantiene fiel a su esencia. Entretiene con poco y engancha lo suficiente como para querer ver un episodio más.
Sin embargo, hay algunos problemas narrativos en cuanto a subtramas. Ya sabemos que cada episodio aprovecha de rememorar algún hecho sobrenatural, eso debería ser suficiente como para tener un contenido complementario a la trama principal, pero intentan introducir otros temas que nunca se desarrollan bien dentro de la serie. Algunos incluso son abandonados.
Hay personajes que se introducen como parte importante de la trama y que de pronto no aparecen más en pantalla. La serie avanza sin problema y el espectador se olvida de la existencia de esta persona, la que vuelve en algún momento a presentar un conflicto que, llegando a ese punto, a nadie le interesa.
Se pueden identificar problemas en torno al bullying y problemas familiares que nunca se solucionan mediante a algún diálogo ni acción. Uno simplemente infiere que el conflicto se terminó al ver cómo interactúan los protagonistas. También hay un gusto anormal por querer mostrar líos amorosos que no son necesarios. Es más, abusan del mismo mecanismo, en donde podemos identificar 4 triángulos amorosos en menos de 10 episodios de una serie que debería centrarse en el terror y el misterio. Es demasiado.
Ya es un clásico de estas series el que nadie crea la versión de los jóvenes que han sido atacados por fenómenos paranormales. Se entiende que es un desarrollo necesario para que sean los mismos estudiantes los que investiguen la situación. Pero son muchas personas las que han resultado accidentadas al mismo tiempo en que balbucean algo entorno a Harold Biddle, se agradecería un poco más de preocupación por parte de padres o profesores y no un simple “cállate, no se habla del tema”. Eso solo alarga una trama sin una razón aparente.
Aun así, no deja de ser una serie divertida que le hace un poco de justicia a los cuentos de R. L. Stine. Difícil que vaya a ser una producción de más temporadas, pero por lo menos no va a quedar en el olvido como las películas de Jack Black.