Arnold Schwarzenegger vuelve a ponerse frente a las cámaras para protagonizar la divertida historia de un espía que oculta su trabajo a su familia mientras tiene que desbaratar una banda de terroristas con la ayuda de un equipo inmaduro y desastroso. En efecto, estamos en presencia de Mentiras Verda… oh, no, Fubar.
Fuera de todo chiste, hay que decir que Fubar (Fucked Up Beyond All Recognition) podría ser considerada un remake de la afamada cinta de 1994 dirigida por James Cameron. Todo lo que tenemos que hacer es ignorar la diferencia de nombres, de guion y olvidar que alguna vez existió una serie llamada Mentiras Verdaderas en CBS que cumplió la función de ser la adaptación de la película (cuyo “éxito rotundo” provocó que fuera cancelada antes del final de la primera temporada).
La serie sigue la vida de Luke Brunner (Arnold Schwarzenegger), un espía de la CIA que ya vio sus batallas más difíciles y que se prepara para disfrutar de su tan merecido retiro. Luke tiene problemas familiares derivados del poco tiempo que ha podido pasar junto a sus seres queridos a causa de su trabajo, pero quiere compensar sus errores y recuperar lo perdido. O esa era la idea. Un agente especial que se encontraba vigilando al terrorista Boro Polonia (Gabriel Luna) ha sido expuesto y necesitan que Luke, quién conoce a Boro y su círculo, salve a su colega. Lo que Brunner nunca esperó, es que el agente que tiene que rescatar es su propia hija, Emma (Mónica Barbaro), quién siguió los pasos de su padre y se enlistó en la CIA a espaldas de toda su familia. Ambos tendrán que aprender a trabajar juntos para acabar con Boro y salvar al mundo de la amenaza nuclear que éste representa. Si es que no se matan entre ellos antes de que puedan lograrlo, claro.
Fubar nos trae la mejor cara de Arnold en mucho tiempo. Es sabido que la capacidad física del actor no es la mejor (los 75 años pesan), y que sus aptitudes frente a las cámaras nunca fueron merecedoras de un Oscar ni mucho menos, sin embargo, la serie reconoce esos factores, los trabaja y le entrega al austriaco un papel lleno de la comedia absurda que tanto se le ha visto en su carrera.
Por supuesto que, al ser un agente de la CIA, lo veremos interpretar de vez en cuando al héroe de acción que tanto se recuerda. Pero en esta oportunidad es solo un añadido, no el plato principal. Podrá tener el carisma de una piedra pintada con témpera, pero “Gobernator” lo intenta y hay que aceptar que el papel de Luke parece ser una extensión de su propia persona. Se siente cómodo en el papel y lo disfruta a cabalidad.
La serie en sí es bastante liviana y apta para el público general. Lo que obliga a que la CIA sea transformada en un grupo de aficionados que resuelve casos a punta de chistes malos y casualidades, pero que funciona dentro de los marcos que plantea.
No es una producción que busque crear algo nuevo, sino una que quiere rememorar viejas glorias y reírse de lo absurdo. Es por lo mismo que podemos identificar un conjunto de “Easter Eggs” de películas de Schwarzenegger que vuelven en forma de bromas o diálogos divertidos. Como lo son, por ejemplo, el ver a Arnold gritar “¡Chopper!” en alusión a la célebre frase en “Depredador” o que uno de los actores favoritos de Luke sea Danny DeVito, compañero con el que compartió pantalla en Gemelos.
La serie puede tener su base en las operaciones especiales de la CIA en contra de un terrorista, pero la verdad es que si pone en una balanza pasa a ser lo menos importante. La trama principal son los problemas familiares que Luke y Emma enfrentan al mentir deliberadamente sobre su trabajo y el cómo esto afecta sus propias relaciones sentimentales.
Nos pasamos los 8 episodios viendo la evolución en la relación entre padre e hija al mismo tiempo en que los vemos luchar contra sus sentimientos en favor del trabajo que deben cumplir. Puede que sea debido a la edad avanzada de Arnold, o a que simplemente su química con Monica sea buena, pero lo importante es que la relación entre ambos se siente real al punto en que perfectamente se puede extrapolar a familias de verdad.
No es una genialidad narrativa y la misma liviandad de los diálogos permite que aparezcan agujeros en el guion que son evidentes “Deus ex machina”. A pesar de eso, no se vuelve soso o de mal gusto, simplemente sigue la trama planteada y le agrega una comedia familiar que logra hacer de Fubar una serie fácil de ver. Eso sumado a que cada episodio hace una apología al título del show al presentar finales catastróficos en donde no queda otra que seguir viendo para saber cómo se puede solucionar algo tan jodido.
El final de temporada es abierto y aun no hay confirmación sobre una segunda temporada. Pero es acertado afirmar que una continuación sería bien recibida por quienes queremos seguir viendo a Schwarzenegger en un papel de pura diversión.