Para nadie que vive en Chile es un misterio que somos un país con pocas capacidades para poner en valor a las y los artistas nacionales. Recién en los últimos años hemos comenzado a ver documentales, películas y series de televisión que ahondan un poco en el legado fundamental que ciertos exponentes de las artes nacionales han construido a fruto de trabajo, y muchas veces cosechando más éxito en el extranjero que en nuestras propias fronteras. Por lo mismo, el anuncio oficial de una serie original chilena basada en la vida de Isabel Allende no extraña tanto como hace unos años, pero sigue siendo algo no tan común en nuestra industria audiovisual.
Este proyecto nació en Megamedia, bajo la Producción Ejecutiva de Isabel Miquel Brokordt, financiada por el CNTV, y se basa en una investigación propia, encabezada por la periodista Carolina Narbona. La serie está protagonizada por Daniela Ramírez, en el rol de Isabel Allende, y Néstor Cantillana, en el papel de Miguel, primer marido de la escritora. Completan el reparto Rodolfo Pulgar, Rosario Zamora y Paola Volpato, entre otros.
Lo interesante de esta producción es posee que una factura audiovisual de serie moderna, y no parece una teleserie filmada a la rápida como lamentablemente ocurre con otras ficciones nacionales. La fotografía y el trabajo de cámara es sencillo, aunque no por eso menos prolijo y funcional, cuidando la estética y el diseño de producción para lograr la ambientación en las distintas épocas que recorre la trama (tenemos escenas en los 40’s, 60’s, 70’s, 80’s y 90’s, por lo que no es menor). Varias decisiones artísticas funcionan, especialmente aquellas que homenajean de forma sutil algunas de las obras más reconocidas de Allende.
Sin embargo, el gran acierto de “Isabel” está en la decisión de presentar una narrativa no lineal, sino que repleta de flashbacks y saltos temporales que permiten comprender las decisiones y motivaciones de la protagonista. Si bien cada capítulo va avanzando en la historia de la escritora, desde sus inicios en la Revista Paula, pasando por el exilio en Venezuela, hasta llegar a la terrible enfermedad de su hija, revisamos constantemente episodios de su infancia, que complementan cada una de las acciones de su “presente”. Esta mecánica narrativa le entrega dinámica a la serie, al mostrar estos hechos en vez de tener sobre utilizar el recurso de largas escenas de diálogos aburridos que nos entreguen ese contexto.
Por otro lado, es cierto que muchas veces los biopics se dedican simplemente a contar las incidencias personales de su personaje central, explotando casi morbosamente los detalles de su vida familiar y amorosa. “Isabel” tiene un poco de eso, es innegable, aunque en esta historia en particular se justifica debido a que la obra de Isabel Allende es profundamente biográfica, basada en gran parte en sus propias vivencias y experiencias personales. Así, conocer estos detalles propios de su historia, permiten también al espectador conocer a la propia escritora, y descubrir de dónde nace la inspiración para muchos de sus libros y personajes.
Finalmente, es imposible no mencionar el excelente trabajo de Daniela Ramírez en papel principal. Y es que la actriz no cae en ese mal tan común del siglo XXI de limitarse a caracterizarse para lucir igual al personaje y creer que con eso ya está la pega lista. Ramírez se sumerge en la psiquis más profunda de Isabel Allende, y lo que entrega es una interpretación con todas sus letras, repleta de humanidad y con un abanico de emociones complejas. Su actuación encumbra a esta producción y permite que sea algo más que un simple producto televisivo. Bueno, por algo la mismísima Isabel Allende alabó la interpretación de Ramírez.
La serie consta de tres capítulos de alrededor de una hora de duración y la verdad es que esto bien pudo ser una película de 2 horas y media y el resultado sería bastante admirable. Hay algunas secciones de la historia, especialmente en el segundo capítulo, que se tornan un poco repetitivas y los personajes pierden un poco de fuerza en el relato. Sin embargo, estos baches no alcanzan a empañar una producción repleta de emoción, carisma y pulcritud narrativa.