Las animaciones siempre han sido utilizadas como un método especial para contar historias. Hay algo sincero en la creación de los dibujos que provoca que niños y adultos puedan disfrutar de un programa de la misma forma a pesar del mensaje que se esté entregando.
Es más, hemos visto en muchos cartoons la habilidad de contar la vida de un personaje de forma entretenida, mientras se oculta un mensaje tras las imágenes que vemos. Se puede observar en Hey Arnold! Rugrats, Doug y muchos otras animaciones que son capaces de entretener a un público infantil mientras apunta a la maduración del espectador una vez que capta estos mensajes implícitos.
Ese es el caso de Kotaro Vive Solo. Anime estrenado en Netflix y basado en el manga escrito y dibujado por Mami Tsumura que relata la vida de Kotaro, un niño de 4 años que llega a vivir a un bloque de departamentos de bajos recursos para poder ser fuerte e independiente.
El comportamiento de Kotaro llega a cambiar la forma de vivir de los propios inquilinos del bloque. Quiénes quedan asombrados por el comportamiento formal y responsable del pequeño que los hace partícipes de su vida sin mayor esfuerzo. Es una comedia ligera que se basa en enfrentar cosas simples de la vida, pero desde la mirada de un niño que termina siendo el líder de una manada de desadaptados que responden a sus caprichos producto de la necesidad de querer cuidarlo.
Es un show agradable que nos llena con la duda de cómo lo hace un niño viviendo solo y siendo completamente independiente mientras nos entretenemos con sus gestos y contradicciones. Pero que con el pasar de los episodios nos vamos percatando de que la verdadera pregunta es qué ocurrió en la vida del niño para que tenga que vivir en soledad.
“Toma un pañuelo”
Si bien el show está basado en las vivencias de Kotaro, también se tocan muchos temas relacionados a la sociedad japonesa. Los mismos vecinos del niño sufren de distinta forma a causa de problemas relacionados al empleo o situación familiar desfavorable. Entre los inquilinos encontramos a Karino, un mangaka que lleva años sin publicar algo, Tamaru, una especie de Yakusa que no puede ver a su hijo, Mizuki, una dama de compañía con un novio abusivo y distintos personajes esporádicos que hacen apariciones para asistir o consultar a Kotaro.
Es extraño señalar que el anime es una comedia una vez que se lee la historia de cada uno de sus personajes. Pero es justamente eso lo que provoca las situaciones más ridículas. Son gente sumida en su desgracia que no encuentran solución a su forma de vivir, pero de pronto se ven siendo sermoneados por un niño de 4 años que pareciera saber más de la vida que ellos mismos.
Y no es que el pequeño sea un sabio que tiene conocimiento de todo. Para nada. Kotaro sigue siendo un niño que tiene los gustos, conocimientos y humor de un menor, pero que ve los problemas desde otra perspectiva y le da la importancia suficiente a cada preocupación, logrando así que sus vecinos tomen este mensaje y encaminen sus vidas.
Es conmovedor ver cómo Kotaro se preocupa por los demás y evita causarles algún problema. También es acogedor ver cómo los adultos a su alrededor se percatan de lo que el pequeño quiere hacer y lo protegen sin que él lo sepa. Pero como se dijo anteriormente, con el pasar de los episodios nos vamos enterando de que la maduración del niño no viene acompañada de recuerdos agradables. Qué lo que se ve como una cara pasiva oculta más dolor del que cualquiera pudiera imaginar, que sus arrebatos son provocados por traumas de niñez y que la costumbre de bajarle el perfil a los conflictos son producto de que ya vivió cosas peores, como lo es (Spoiler menor al final del párrafo) comer pañuelos húmedos para no pasar hambre.
Caras vemos, corazones no sabemos
Kotaro es un niño que asombra por lo correcto que es, pese a que es bastante común verlo emocionado ante algo simple. Es un niño que, al parecer, ha recibido gran parte de su educación a través de un televisor y usa estos conocimientos y experiencias para aconsejar a los demás y evitar que generen conflictos por meros malentendidos. En ese sentido, el anime cumple con el objetivo de “educar” al mostrar que cada comportamiento tiene un resultado específico que no cambia a menos que la persona modifique su rutina.
Sin embargo, la verdadera cualidad de este programa y la historia del niño no es lo que dice a viva voz, sino lo que cuenta con sus gestos.
No vas a ver a Kotaro quejarse sobre una situación, pero sí un zoom a sus manos para ver cómo las aprieta. Esto puede ser una imagen normal para alguien que sólo ve ese clip, pero es brutal para el espectador que está al tanto de la vida del pequeño.
Una mirada baja, unos ojos perdidos viendo el techo o cocinar varios platos pese a que viva solo. Son comportamientos que en muchos pasajes se toman en cuenta como “normales” en un niño que quiere jugar, pero que son un grito de auxilio para quien se percata de que hay algo raro en toda esta situación.
En ese sentido, es un acierto para este anime el querer tocar temas tan profundos desde la mirada de un niño. En especial Kotaro, quien acostumbra a decir que sus problemas domésticos “no son la gran cosa” mientras uno analiza el entorno y llega a la conclusión de que sí, son una gran cosa. Quizás no para un adulto, pero sí para un menor de edad.
La historia avanza y nos vamos enterando de lo que el niño tuvo que vivir en sus primeros años, de la razón por la que vive solo y qué ocurrió con sus padres. Secretos que nunca se revelan completamente, pero que son mencionados muchas veces y con varias pistas para que el espectador arme el puzle en su cabeza. Todo eso, mientras vemos cómo el pequeño enfrenta el día a día sin perder la esperanza de que, sí es una buena persona, el mundo le devolverá todo lo que perdió en forma de felicidad.
Kotaro Vive Solo es un manga que sigue en publicación, que cuenta con 8 tomos impresos y que inspiró a un Live Action usando la misma historia y personajes. No está claro si motivará a que Netflix produzca otra temporada, pero lo que sí es seguro, es que el mensaje del pequeño alcanzó y golpeó muchos corazones. Quizás más de lo que uno esperaría.