El suspenso y el terror psicológico son elementos que han motivado muchas de las grandes historias de la literatura. No son pocos los novelistas que se adentran en el género para plasmar su visión del mundo y lo que representa. Pero es casi una verdad universal que ese tipo de historias tienen un padre absoluto, Edgar Allan Poe.
Los relatos, poemas y cuentos del autor han inspirado un centenar de proyectos a lo largo de los años. Sus libros recopilatorios son famosos en todo el mundo y su terror psicológico es prácticamente una marca registrada que evidencia su calidad como escritor.
Es debido a eso, y otros factores, que siempre hay algún proyecto nuevo basado en la narrativa creada por Poe. Lo que nos lleva a la nueva serie producida y dirigida por Mike Flanagan y distribuida a nivel mundial por Netflix, La Caída de la Casa Usher.
Esta serie toma los cuentos y poemas de Edgar Allan Poe como fuente de inspiración para crear un relato propio teniendo como protagonista a Roderick Usher, CEO de la empresa farmacéutica Fortunato que ha sufrido la pérdida de sus hijos a manos de una supuesta maldición que eventualmente cobrará su vida.
Los personajes y lugares en los que transcurre la trama son sacados directamente de las creaciones de Poe, en donde podemos destacar al propio Roderick como el ejemplo más claro, pero con easter eggs para todo quien tenga algo de conocimiento de los libros del autor, como lo son los nombres de Lenore, Anabelle Lee, Le Bon, o la Rue Morgue como escenario en específico.
Todos estos personajes, lugares o muertes mantienen las características creadas por Poe, pero con un giro para adaptar la trama a la actualidad. Es importante aclararlo ya que esto no es una adaptación fiel de los libros, sino una serie original que usa a estos personajes para generar algo nuevo y propio.
La trama nos lleva a un juicio en contra de la familia Usher debido a prácticas antiéticas realizadas por su empresa farmacéutica. Es un imperio levantado sobre una base de cadáveres y el fiscal federal de los EEUU, Charles Auguste Dupin, es el encargado de buscar justicia en el caso.
A partir de ese momento se genera un debate entre los familiares que no confían de nadie además de sí mismos. El dinero que genera Fortunato es suficiente como para levantar el interés de los hijos, quiénes comienzan una cacería de brujas para capturar al supuesto informante que filtra información a Dupin.
La lucha de egos entre familiares nos puede recordar conflictos internos vistos en series como Succession de HBO, pero sin la originalidad ni el carisma de los Roy.
La serie juega con flashbacks que nos muestran el camino de Roderick hasta ser el mandamás de Fortunato, además de una mirada al futuro en donde ya todo acabó y “Rod” sufre por los pecados cometidos en su vida.
Hay un claro cuidado a los detalles que conforman una habitación para que sea tan descriptivo como en los cuentos de E.A. Poe. Uno siente el ambiente de suspenso que se extrae de los escenarios mostrados. Así como también se puede inferir a personalidad de los personajes debido a la forma en que viven.
Puede que el guion intente ser “irreverente” y caiga en el mal gusto, pero se entiende ya que es un grupo de gente adinerada que nunca tuvo que medir sus palabras ante nadie. Aun así, incomoda un tanto que los diálogos estén tan enfocados en el sexo. Un personaje está bien, pero que todos los hijos tengan manías sexuales es repetitivo y poco original.
Cada uno de los Usher tiene algún secreto oscuro, pero también personal. Una especie de placer culpable que no pueden reconocer estando con otros. Es algo que se permiten hacer a escondidas pese a todo el poder que tienen y es la razón que encadena sus muertes.
Al igual que en los libros, la producción explora la psicología humana y el temor a lo sobrenatural, llegando al punto en que el personaje (y espectador) no logra diferenciar entre realidad o una ilusión fantasmal. Ambas coexisten en la vida de arrepentimiento de los Usher.
La serie tiene un impulso fuerte provocado por el misterio, lo paranormal, el gore y el suspenso que genera (en ocasiones), pero hay muchas cosas que son sencillamente agotadoras.
La producción funciona como una miniserie de 8 episodios de 1 hora en donde dedican un capítulo a la muerte de cada uno de los Usher, dejando el primer y último episodio como los únicos que se diferencian de este formato al enfocarse en la trama principal.
Todos tienen un proyecto propio o algún conflicto familiar que los motiva a luchar por la herencia de Roderick, pero estos problemas no aportan en nada al relato final, lo que provoca una sensación de agobio y aburrimiento cada vez que aparecen en escena.
Hay personajes más carismáticos que otros, pero el dedicar episodios enteros en una trama personal que no se logra entender y que no le interesa a nadie, no suma. Se pueden sacar 40 minutos de cada capítulo y la serie sigue siendo la misma.
Pese a todo, hay que destacar el esfuerzo de recolectar distintos elementos de libros y poemas del estadounidense para crear una trama interesante. Puede que el terror se haya dejado de lado para beneficiar el misterio y los problemas de salud que explican los fenómenos sobrenaturales, pero es parte de la gracia de los relatos de Edgar Allan Poe, el que se pueda crear suspenso a partir de algo cotidiano.
No es la serie que traiga a la vida las narraciones del autor, pero sí una que aprovecha su mundo para entretener y mantenernos pegados a la pantalla viendo, literal o metafóricamente, la caída de la casa Usher.