La Casa de Papel, temporada final: la merecida conclusión del último acto de ilusionismo

La casa de papel es una serie que partió en 2017 con dos temporadas frenéticas que trataban sobre un atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España. Que finalizó de buena manera tras un sinfín de giros argumentales y juegos psicológicos, pero que aflojó un tanto en un desenlace que no terminó de convencer por lo extremadamente conveniente que es.

El proyecto comandado por Alex Pina volvió a la carga en un atracó cuya misión principal era la de rescatar a Río y que consistía en el golpe más difícil que se haya podido planear. Un robo a la reserva de oro del mismísimo Banco de España.

Ya hemos mencionado anteriormente cómo la quinta temporada se aleja completamente de lo que es la esencia de la serie. En donde los planes del Profesor pasan a un segundo plano y lo principal es el enfrentamiento armado como si fuese una película hollywoodense. 

Ni siquiera la muerte de Tokio logró generar algo de impacto en un show que pedía a gritos terminar para no seguir manchando las dos temporadas originales. Además, la complejidad del asalto al banco no se llegó a notar ya que nunca se pudo seguir el plan. Siempre pasó algo que obligaba a improvisar y la magia del atraco se perdió entre medio de las balas.  

Los cuestionamientos eran muchos y se esperaba que por lo menos terminaran esta serie con un fin adecuado. Y para sorpresa de muchos, yo incluido, lo lograron.

El regreso de la Resistencia

La casa de Papel cumple con el objetivo, vuelve a sus inicios, vuelve el Profesor y vuelve el impacto. La serie debía terminar por lo alto y se superó cualquier expectativa. Es más, se esperaba que siguiera el mismo camino de la primera parte de la temporada y continuara con el baile de sangre y metralletas, pero hicieron el último gran truco y golpearon la mesa con algo nuevo que se sintió como un soplo de aire limpio, pero lleno de tensión por lo que estaba pasando.

Pero vayamos por parte y comencemos por lo malo. Porque sí, es imposible retomar y corregir el fiasco de la primera parte sin sacrificar algunas piezas. Hay tramas que se desarrollaron mal desde un inicio y no había cómo arreglarlas, pero lo bueno es que se le quitó importancia a esos detalles y se centraron en lo que deben. En los juegos mentales.

Ya nos habían planteado escenarios poco probables con los enfrentamientos entre ladrones y militares en un mano a mano que, de momento, tenía como vencedores a los protagonistas. 

Este hecho derivaría en varias situaciones inconclusas que debían solucionarse y el show destina dos episodios para calmar esas dudas, poner los pies sobre la tierra y empezar a desarrollar un guion como se debe. Con estrategias, situaciones que salen del plan, pero con las que se puede trabajar y con mucho, mucho suspenso.  

Siguen existiendo momentos que sacan de quicio como lo son los conflictos sentimentales en medio de un ambiente de tensión y peligro. Siguen existiendo los momentos desesperantes que te alejan de la trama principal. Pero, y casi como si fuera un mensaje de su creador, estos se solucionan rápidamente y sin mucho esfuerzo. Es como si Alex Pina nos dijera que él también está harto de esa charada y quiere centrarse en lo importante. Bravo, Alex. 

El último acto ilusorio

Otro punto que molestaba bastante y no terminaba de cuajar eran los constantes flashbacks al pasado de Berlín y su hijo. Son muchos, demasiados. Cortan el ritmo del atraco y aparecen en los momentos más emocionantes para pasar a contar una historia que se siente más como una promoción del futuro Spin off de la serie (confirmado y enfocado en el personaje interpretado por Pedro Alonso).

No se logra comprender a qué apuntaban ni cuál era su relación con el fin del proyecto. No existía conexión alguna que nos hiciera preocuparnos por Rafael y Tatiana. No había nada, hasta que ocurre un giro que los vuelve a meter en la palestra. Algo que impulsaría al último gran juego mental entre el Profesor, la Resistencia y la Policía española. Quizás se exageró en la cantidad de minutos enfocados en este flashback, pero de nuevo, bravo, Alex. 

A partir de ese momento la serie volvió a sus inicios que la hicieron grande. Volvió a surgir la figura del Profesor como un genio capaz de encontrar la aguja en un pajar con una pistola apuntando su cabeza. 

Se recuperó la tensión que se perdió en el desarrollo del golpe al Banco de España. Dejaron las ametralladoras de lado para pasar a usar el cerebro e incluso se dan el lujo de retomar las situaciones chistosas que no se veían desde las primeras temporadas. El grupo estaba cómodo haciendo lo que mejor hacen y se nota. Ya no son una fuerza de combate de elite, son los ladrones que siempre debieron ser. 

No hace falta crear un final con un estallido literal producto de una bomba, pero sí uno figurativo. Uno que sorprendiera a toda la policía española y a los espectadores que por fin tienen un desenlace que se siente como un punto final. Uno que despide a la banda a lo grande y que marca la despedida de estos personajes. Falta ver qué ocurrirá en un futuro con el spin off de Berlín, pero las máscaras de Dalí ya vivieron su última gran emoción.

La Casa de Papel Temporada Final (2021)

Netflix

4.0/5

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