Hace prácticamente 80 años se estrenaba “Citizen Kane”, en el año 1941. La ópera prima en el cine de Orson Welles como director, luego de su aclamada “Guerra de los Mundos” pensada y escrita para ser transmitida en radio. A día de hoy, la cinta encabeza las listas más importantes de películas por orden de relevancia, siendo catalogada innumerables veces como la mejor película jamás rodada. Por ello es que este filme ha logrado convertirse en una leyenda y no solo como obra, si no también en su historia de producción y tras bambalinas.
“El Ciudadano Kane”, que retrata la vida de un excéntrico magnate del periodismo norteamericano, venido a menos y muriendo en soledad, estuvo a punto de ser boicoteada y cancelada justo antes de su estreno. Corría el rumor (a gritos) en la industria de Hollywood que el personaje central del guion se basaba en las vivencias del empresario y editor William Randolph Hearst, quien tenía múltiples contactos tanto en la industria del cine como en la política del país norteamericano. Pronto salieron los cuestionamientos hacia el escritor contratado por Welles para esta película, Herman J. Mankiewicz, y de porqué tal ensañamiento contra este reconocido personaje público.
“Mank”, dirigida por David Fincher, se centra en la construcción de este aclamado guion ganador del Oscar y las vivencias y motivos del escritor en dicho proceso. Un hombre lleno de excesos y notoriamente complicado con las tendencias políticas que la industria del cine había tomado en los lejanos años 30s. Un retrato íntimo del proceso creativo de una leyenda en la época más llamativa e icónica de Hollywood.
El guión original de esta película fue escrito por el difunto padre de David Fincher, Jack Fincher. Pareciera ser que el hijo hace un tributo a su padre con esta cinta que lo trae de vuelta a la dirección cinematográfica. Del mismo modo, “Mank” como obra completa hace una reverencia a “Citizen Kane” a lo largo de todo el metraje. Intenta y logra emular de manera casi perfecta los códigos visuales, narrativos y sonoros del filme de Orson Welles, imitando con precisión cada detalle propio de su época. Filmada completamente en blanco y negro, con los detalles visuales que solo la cinta y el celuloide pueden dar, es una ventana temporal a otra época, una que muchos han denominado la época dorada de Hollywood.
En su apartado técnico, Fincher se luce imitando a la perfección a sus próceres cinematográficos, pero aún así agregándole su propia capacidad y firma en los movimientos de cámara y encuadres. Cómo nos tiene acostumbrados, su especial fijación por los detalles llena la película de incontables referencias tanto visuales como de guion, a la ya mítica obra de 1941.
La pregunta entonces es si esta película logra sobrevivir como una historia particular, en solitario, sin la necesidad de la existencia directa de “El Ciudadano Kane” y la respuesta es sí. Y no.
Evidentemente toda la trama y los guiños cinematográficos cobrarán un real sentido en la medida que el espectador esté familiarizado con la película de Welles. Sin embargo, la película ofrece mucho más que solo ser un nexo moderno a un cine de antaño. La actuación más que sobresaliente de Gary Oldman como el destacado escritor Herman Mankiewicz, hace que todo el metraje sea interesante de ver y analizar. La película trasciende a su historia al ser una ventana fidedigna y tangible de la industria cinematográfica en sus años más importantes. Echando luz a los oscuros secretos que entrelazaban al cine con la política y los conflictos de interés, logra ser una película interesante.
Pero lo que debemos preguntarnos es si realmente esta historia es relevante de ser contada, porque no veremos en ella ningún acercamiento a la producción real de esta película, solo a la vida de aquellos ajetreados días de su escritor. Muchas de las cosas que queremos saber sobre Citizen Kane no son explicadas ni abordadas en esta historia y todo pareciera quedar en la anécdota de un hombre que como muchos otros, arriesgó parte de su vida con tal de ganar la gloria en la industria del Cine.
Muy destacable la participación de Trent Reznor junto a Atticus Ross en la producción musical de esta película. Ellos han sido partners de Fincher desde ya hace muchos años, pero en esta oportunidad se transforman en el sinónimo de la versatilidad. Logrando encapsular la musicalidad de la época con pequeños toques de modernidad propios del legendario vocalista y compositor de Nine Inch Nails. Probablemente tengamos acá al ganador del Oscar por Mejor Música Original.
Mank es finalmente una obra que trasciende al peso cultural de la película en la que se basa, con unas muy buenas actuaciones por parte de Gary Oldman y la impecable Amanda Seyfried. Una pantomima de “Citizen Kane” que explica cómo las vivencias de su escritor se vieron reflejadas en uno de los guiones más importantes de la industria cinematográfica.
Tanto Fincher como su película se inclinan ante sus antepasados y construyen un sentido homenaje al cine y a sus mejores años.