Nostalgia, en su definición, es el sentimiento de tristeza mezclado con placer y afecto cuando una persona piensa en tiempos considerados felices del pasado. También descrita como un sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento pasado.
La nostalgia es una sensación que puede ser un recurso importante en el cine a la hora de construir una trama. Un director puede aprovechar este concepto para apoyar su historia y encaminarla en la dirección que pueda placentera para el espectador. Pero nunca, nunca puede ser la base de una película que busca ser independiente, que es justamente lo que Lana Wachowski intentó realizar en Matrix: Resurrecciones.
De regreso a donde todo empezó
Matrix es una de las sagas del cine más famosas de todos los tiempos. No solo se quedó con la trilogía de Neo, sino que siguió con nuevos proyectos de animación, videojuegos, libros, comics y un sinfín de alternativas que involucran el tema principal que se plantea en la película. Que todos estamos dentro de una simulación y que ninguno de nosotros es verdaderamente libre.
Por lo mismo es que siempre es atractivo volver a ver la cara de Keanu Reeves para personificar al personaje más atractivo del universo cinematográfico de Matrix. Volver a sentir que hay mucho más que contar sobre la vida de Neo y saber qué fue lo que le ocurrió después de que las Maquinas tomaran su cuerpo al final de Matrix: Revoluciones.
Pasaron casi 20 años y finalmente estamos de vuelta en donde todo partió. De vuelta en la Matrix.
En esta ocasión, vemos a un Neo que vuelve ser Thomas Anderson mientras vive en un bucle infinito dentro de una simulación. Él sabe que algo raro está ocurriendo, pero piensa que es solo un brote psicótico. Será labor de Bugs, nuestra nueva capitana, rescatar a Neo, informarle sobre lo ocurrido y emprender una misión en conjunto para recuperar la libertad que tanto anhelan.
Esto va de la mano con los efectos especiales que esperaríamos de esta película, escenas de acción que nos llevan de regreso a lo que vimos en 1999, música acorde a la ocasión y un elenco que nos llena de recuerdos placenteros. Entonces, ¿qué es lo que falla en esta película?
Un flashback eterno
Casi como si fuera una parodia, Lana Wachowski nos deja claro en su dirección que la forma más fácil de apelar al sentimentalismo es mostrando escenas que sean familiares para el espectador. En este caso, rememorando los momentos más icónicos de la trilogía original para llevar a la acomplejada mente de Neo a un lugar de confort en donde pueda estar en paz.
El conflicto está en que los pilares de la película están basado en estos flashbacks. Cada giro argumental deriva de lo ocurrido en el pasado y la misma cinta muestra imágenes de este pasado para recordarle al espectador que así fue como todo partió.
Se puede comprender que la intención es la de acercar esta historia a nuevos espectadores, pero le juega en contra. Es una película sin alma, que toma conceptos y personajes de otras cintas para potenciar su contenido y que al final del día pareciera ser una especie de escena post créditos de larga duración más que un proyecto aparte que busca revivir la saga original.
Buscan soluciones fáciles, aunque inteligentes, a la desaparición de ciertos personajes mientras logran la vuelta a escena de otros interpretados por distintos actores. Buscan una forma de debilitar a Neo para que no sea tan fácil luchar en este nuevo mundo, pero también una forma de hacerlo más fuerte, que es lo que impulsa la trama. No se entiende la razón por la cual es necesario rescatar a Neo, pero le dan un objetivo claro desde un principio para que su transición al tomar la píldora roja no sea tan violenta como la primera vez. Es como si el objetivo final fuese solo realizar la película y adaptaron el guion de una forma en que todo suceda convenientemente en vez de crear una historia original.
Otro punto negativo son los villanos. No se llega a comprender completamente quién es el enemigo final. Se pueden encontrar por lo menos 3 personajes que podrían ser el rival definitivo en este filme, pero ninguno se desarrolla completamente y solo pasan a ser excusas para incrustar una pelea en la película. No se siente la urgencia por derrotar a los culpables de todo y completar la misión para salvar el mundo. De hecho, da la impresión de que era innecesario que Neo volviese y que nada ha cambiado con su regreso.
La verdad es que la película entretiene, pero no tiene la esencia de Matrix. No plantea la visión filosófica de la vida que si se vio en el pasado y no logra ser un punto de partida para una nueva trilogía. Es solo una secuela con falta de contenido que se siente más como un spin off de la saga más que una continuación. Si la idea era marcar el nacimiento de un nuevo Neo en navidad, queda bastante al debe.
No todos los regresos son correctos. Lamentablemente, Matrix no pasa de ser el proyecto de un fan que quiere de regreso a sus personajes favoritos. Una película que es su propio bucle infinito dentro de una simulación.