Nomadland: Un retrato necesario

La película de la que todos hablan y que ha arrasado con los premios en el camino hacia los Oscar 2021, es Nomadland; una adaptación cinematográfica del libro homónimo de Jessica Bruder, dirigida por Chloe Zhao y protagonizada por Frances McDormand. La historia se centra en Fern, una mujer en sus 60 años que ha perdido todo en su vida producto de una crisis económica que ha acabado con su sustento, con su marido e incluso con su hogar. Desde este punto, comienza un viaje sin fin alguno en su auto acondicionado como caravana, donde pareciera que lo único que motiva el seguir en movimiento es el deseo de sobrevivir.

 

 

En un año donde la trama de muchas películas busca enfocarse en los rezagados del sistema, en los adultos mayores abandonados a su suerte y los marginados, Nomadland pareciera ser una de las más importantes a nivel de mensaje. Enfocándose en una sociedad tan capitalista y consumista como lo es la de Estados Unidos, la película deja al descubierto la realidad que viven cientos de personas al ser digeridas y luego desechadas por el mercado gringo que pareciera manejar la vida de todas las personas. Arrancando la película, nuestra protagonista pareciera haber sido recién escupida por una ola que la ha dejado desorientada y sin rumbo alguno en su existencia. Su marido ha fallecido, su pueblo ha desaparecido al cerrar la fábrica de la cual dependía y sin hijos ni un propósito claro en su vida, toma la determinación de partir.

La protagonista, Fern, pareciera deambular en este vasto escenario rural que es Estados Unidos, empujada principalmente por el instinto de supervivencia, uno que la lleva a seguir trabajando a su edad y que nos demuestra que como seres humanos la vida no acaba al jubilarse o al lograr cierta cantidad de años. Y aunque suene a poco, la película trata de esto, del viaje de una mujer adulta que al perder todo emprende un camino por la carretera para sobrevivir y para volver a reencontrarse con su propia motivación para seguir existiendo.

 

 

Sin grandes aventuras ni momentos espectaculares, la película se centra en pequeños momentos de paz dentro de la inmensa amargura de la realidad, que hace que la película sea una mezcla exacta entre miseria y calidez, donde pareciera que los problemas de la protagonista empiezan a encontrar no respuestas ni soluciones, sino que sentido al reconocerse en otros personajes que comparten su realidad actual, todos llevados hasta ese punto por el abandono del sistema que tanto los utilizó.

En este punto la película logra romper la cuarta pared mezclando al personaje de Frances McDormand con personajes de la vida real interpretados por ellos mismos, no actores ni arquetipos armados por su directora, si no que verdaderos nómadas y pioneros que dejaron sus vidas tradicionales para vivir el día a día en la carretera. Por eso la película parece tan importante, porque en sus pequeños momentos se aprecia la inmensa realidad que está escondida en un país tan grande como lo es Estados Unidos, que enmascara la existencia de estos marginados del sistema.

 

 

La historia da saltos temporales sin prevenirnos de manera intencional, para que el paso del tiempo sea tan efímero como la vida de nuestro personaje, que pareciera flotar a través de sus propias experiencias. Al comienzo, Fern pareciera no tener ningún control sobre su vida y se nota como la existencia simplemente pasa a través de ella, pero en la medida que la película llega a su ocaso, podemos ver la evolución del personaje y cómo se prepara para cerrar esos círculos que tanta miseria le trajeron a su vida.

Si bien el guión no tiene un final por todo lo alto ni cierra con una fanfarria, culmina en una inmensa paz. Porque lo que intenta manifestar esta película no es una acusación a viva voz sobre las carencias del sistema; no intenta tampoco conmover ni caer en recursos clichés para hacer llorar o sentir pena, si no que lo que busca es enaltecer la capacidad de resiliencia del ser humano, del pionero que es capaz de buscar nuevos horizontes y comenzar de nuevo, ahí mismo donde parecían haberse acabado las oportunidades.

 

 

La fotografía es una maravilla de principio a fin, una ventana abierta y amplia a los paisajes naturales del Oeste norteamericano donde todo pareciera ser un eterno atardecer, al igual que el ocaso en la vida de Fern y de los personajes de esta película. La película se sostiene en gran parte en sus decisiones artísticas, en la capacidad que tiene su fotografía de hacer de esta cinta una experiencia de contemplación y silencio muy bien lograda. Las luces, los colores y los encuadres recuerdan mucho el trabajo de Emmanuel Lubezki (Birdman, The Tree of Life), esta vez a cargo de Joshua James Richards, un joven director de fotografía que ha trabajado junto a la directora Chloé Zhao durante toda su trayectoria cinematográfica.

Con 6 nominaciones al Oscar, esta película es la candidata más fuerte a llevarse las estatuillas más importantes de la premiación. Todo indica que estamos ante la ganadora de Mejor Película, y bien merecido sería por mostrarnos de manera tan pura la existencia de estos nómades modernos y de su continua lucha por seguir existiendo.

Nomadland (2020)

Chloé Zhao

4.0/5

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