Cielos oscuros, aire repleto de humo, el olor de las calles mojadas y el sonido de martillazos en los callejones. Estamos de vuelta en Birmingham, con un entorno ennegrecido por la pólvora y una sensación de peligro inminente en lo que es la última temporada de Peaky Blinders. O por lo menos la última parte que veremos en televisión antes del estreno de la película que terminará por contar el destino de la familia Shelby.
Estamos ante los episodios finales de un viaje que inició en 2013 con Thomas Shelby planeando una manera de hacer trampas en carreras de caballos. Las apuestas han subido en importancia, el negocio familiar pasó a ser algo de carácter nacional y es Tommy quién se encuentra en medio de todo , aguantando las turbulencias que vienen de la mano de su éxito y sufriendo las muertes que deja a su paso.
La última vez que lo vimos fue apuntando un arma en su cabeza, agobiado al percatarse de que el plan por acabar con Oswald Mosley fue un fracaso y desesperado al haber encontrado al hombre que no puede vencer. ¿Pero, quién es este enemigo, quién puede ser superior a Tommy?
“Eres el Diablo, Thomas Shelby”
Esta es una temporada diferente, en más de un sentido. Es la primera temporada que repite director (Anthony Byrne, quien dirigió la 5ta), la primera que retoma la historia después de un escenario inconcluso y la primera en donde deben afrontar los distintos desafíos sin la presencia de la fallecida Helen McCrory (Polly Shelby), una de las protagonistas y principal consejera de Tommy.
Para fortuna del espectador, Byrne se las ingenió para informar sobre la muerte de la actriz de forma que tuviera sentido con los hechos más recientes de la serie, por lo que no hay problemas de continuidad y se aseguran de despedir de la mejor forma a Polly. Pero no sin antes recordarnos la frase que impulsaría la trama para esta temporada: “habrá una guerra en la familia y uno de los dos morirá”, en alusión a Thomas y Michael. Un duelo que ha sido predicho desde la aparición del hijo de Polly y que por fin tiene su desenlace.
Pero no es solo Michael, Tommy deberá enfrentarse a él, a la familia de su esposa, Gina, a los avances de la corriente Nazi impulsada por Oswald Mosley y a la búsqueda del traidor que filtró información con tal de salvar la vida del político. Todo eso en medio de una búsqueda personal que nos plantea una temporada más centrada en Tommy que todas las emitidas. Todo gira en torno a él y la presión empieza a golpearlo.
Vemos a un Thomas más cercano con su familia, pero al mismo tiempo más cerrado en sus secretos. Una persona que está planeando un último gran golpe para rectificar el camino de los Peaky Blinders, pero en conocimiento de que es una tarea peligrosa, por lo que no quiere incluir a nadie en sus planes.
La serie deja de lado lo complejo de las charlas y reuniones como elemento principal y nos presenta seis episodios con un ritmo frenético y planos que resaltan la imagen de los protagonistas. Una nueva forma de afrontar la serie, similar a lo que ocurrió en la 5ta temporada, pero que lamentablemente viene de la mano con situaciones poco “Peaky Blinders”.
“El hombre que no puedo vencer”
La sorpresa, la traición, el enemigo secreto y el aliado inesperado. Son elementos que siempre estuvieron presentes en la serie y que ahora se extrañan. Sabemos quiénes son los villanos, pero no se siente un avance en estos. Sabemos quiénes son los próximos rivales, pero nunca aparece la urgencia de tener que tratar con ellos. Es más, la temporada toma una dirección en donde estos enemigos son lo menos importante.
Nos plantearon la pregunta de un hombre al que Tom Shelby no puede derrotar. Bueno, al parecer ese enemigo es el mismo Thomas ya que gran parte de los episodios tratan de una misión personal en donde sus creencias gitanas son lo más urgente. Dejamos de lado al Tommy calculador y nos encontramos con uno que respeta la tradición pagana. Quizás más de la cuenta.
“Necesito un hombre normal” indica Lizzy cada vez que tiene una conversación con su esposo. Y en parte se entiende. Es como si hubiera cambiado la boina por la carreta en una tarea que lo hace más gitano que nunca.
La vida de los Shelby siempre estuvo sujeta a creencias y maldiciones. La misma Polly se encargaba de canalizar estos temas para vaticinar algún desastre. Pero pareciera que sin ella no hay nadie que pueda calmar los ánimos de un protagonista que se pierde entre estas costumbres y se aleja del inglés calmado que todos conocemos.
La dirección tampoco ayuda mucho en este sentido, ya que dejamos la agresividad de las pandillas de Inglaterra para ver una especie de película de terror en donde pareciera que cortaron un pedazo de otra serie y la pegaron a esta. Es antinatural y molesta.
En un principio mencionamos que la trama era impulsada por la guerra entre Tommy y Michael y es cierto, pero es un impulso que se pierde y que no se desarrolla en la forma en que uno esperaría. Todo a la espera de que se termine la saga gitana que toma por lo menos 2 episodios de los 6 totales.
Y no es solo Michael, los villanos que terminaron en lo alto en la 5ta temporada no tienen un rol muy importante en la 6ta. De hecho hay momentos en donde se ven disminuidos y opacados por la presencia de un personaje nuevo. Lo que claramente es una jugada para presentar el rival definitivo para el futuro en vez de terminar los feudos actuales.
Es una temporada más ágil, pero débil en su evolución. Sabemos a quiénes se enfrentan los Shelby, pero existe confusión ya que nunca queda clara la razón por la que estos enemigos están dispuestos a meterse en conversaciones tan riesgosas. Se habló de una guerra en la familia, pero la temporada se siente más como una preparación para el siguiente proyecto más que para resolver conflictos actuales.
Un final con gusto a poco y la ilusión de que la película nos traerá las respuestas que faltan. No se han anunciado fechas para las grabaciones ni mucho menos para un estreno, pero ya está claro que “por orden de los Peaky Blinders” nos veremos en el cine.