Desde la primera película animada por Disney en 1940 que Pinocho ha sido un clásico del cine contemporáneo. De comienzos difíciles hasta llegar a ser una historia habitual en la programación infantil, la aventura del pequeño muñeco de madera ha pasado por múltiples adaptaciones, desde la conocida animación hasta teatro y live action, en donde se repasan los capítulos de la obra creada por el escritor italiano Carlo Collodi.
Si bien los filmes y series creadas a partir de la novela de Collodi están bastante alejados de la trama original (conocida por su crudeza y agresividad), hay momentos singulares que se han replicado a lo largo de los años y que han dado paso a que cada director pueda interpretar la historia de forma distinta, pero manteniendo la esencia inicial del cuento infantil.
Hace falta talento para dirigir una película con una de las historias más conocidas del mundo y aun así mantener viva y entretenida una trama que tiene la maldición de ser repetitiva. Y talento es lo que le sobra a Guillermo del Toro en esta adaptación del relato a fantasía oscura, una de las favoritas del cineasta mexicano.
Esta cinta, estrenada mundialmente a través de Netflix, está construida a través de la técnica del stop motion y reúne todos los elementos necesarios para transformarse en un nuevo clásico del libro de Collodi. Una dirección fenomenal, una música hecha a la medida por Alexandre Desplat (El Discurso del Rey), la fotografía de Frank Passingham (Pollitos en Fuga) y un elenco de actores de renombre como David Bradley (Geppetto), Ewan McGregor (El grillo Sebastián), Tilda Swinton (Hada del Bosque), entre otras voces conocidas de Hollywood.
El cuento es básicamente el mismo, pero con algunas variantes en cuento a desarrollo y personajes. Geppetto sufre la pérdida de su hijo, Carlo, y el dolor de su partida provoca que pierda la cabeza y que construya un muñeco de madera para simular la imagen de su pequeño. Un hada, viendo el sufrimiento del carpintero, le da vida al muñeco con la misión de que debe darle alegría a su padre para que pueda superar la partida de Carlo.
Pero el niño de madera no sabe nada sobre el mundo y su curiosidad es suprema. Las ganas de conocer y las preguntas de Pinocho agobian al viejo Geppetto, quien no logra responder todas las dudas del títere.
El miedo a la opinión pública lo lleva a esconder al muñeco viviente, pero sin poder evitar que sea expuesto a un poblado que ahora le teme. Todo ante la atenta mirada de algunos que lo miran como un objeto necesario para cumplir sus propias fantasías.
Si bien es una historia que cae dentro de lo que es la fantasía oscura y que tiene un desarrollo más apegado a la obra original, no deja de ser un cuento infantil que sorprende con sus colores, su magia, el canto de sus personajes y, por sobre todas las cosas, la animación cuadro por cuadro realizada por el equipo cinematográfico.
Esta versión está ambientada en una Italia en plena Segunda Guerra Mundial, en donde el fascismo era la corriente política más popular de la zona y el tema de la guerra era algo habitual entre la ciudadanía.
Lejos de lo que uno podría pensar, Pinocho hace que estos temas formen una parte importante de su trama. Explicando con sus propias palabras lo que es la guerra y dejando al protagonista como la persona curiosa que quiere entender de primera mano qué es lo que genera tanto orgullo en algunos padres y tanto recelo por parte de Geppetto.
Es una de las gracias de la película de Del Toro. El lograr plasmar la idea de un mundo cruel, pero desde la visión de un niño inocente que es ignorante en todo lo que lo rodea. Más que un niño ingenuo, Pinocho es un niño lleno de dudas que quiere saber todo sobre el mundo de golpe y eso es lo que lo lleva a un camino de errores producto de su propia inmadurez y ansiedad por querer conocerlo todo.
Es un muchacho juguetón que se aburre fácil. Quizás demasiado fácil. Pero eso es producto de que no tiene noción alguna sobre las responsabilidades de las que le hablan. Él solo quiere hacer lo que lo hace feliz. Y aprenderá de mala forma que no todo lo que le entrega una felicidad pasajera perdura en el tiempo.
Tampoco es que sea un manto de tragedias. Hay tristeza, pero también mucha felicidad, lágrimas, pero acompañadas de un montón de risas. Es una película que busca tener todas las visiones posibles y acercar la historia a un público más adulo, pero sin llegar a ser incómoda para un público menor.
Este es un filme que mantiene las enseñanzas de los clásicos, pero que les suma una nueva forma de ver y entender el relato. Una que llega al mismísimo concepto de qué es la vida y del porqué debemos cuidarla.
Una película que, sin importar la edad, vale la pena admirar.