Samurái de Ojos Azules: una espada, una venganza y una joya de la animación

Han sido semanas de júbilo para los amantes de la animación. Ya pudimos regocijarnos con el estreno de Pluto, el final de Attack on Titan y el inicio de la segunda temporada de Invincible, lo que se suma al deleite semanal de Jujutsu Kaisen y Sousou no Frieren. Entre toda la propaganda de la actualidad en favor de las series animadas, parece un pecado que no se haya invertido un poco más en publicidad para un anime que está a la par de los mejores lanzamientos del año, una joya que está pasando desapercibida en la opinión pública, Samurái de Ojos Azules.

La serie de Netflix, producida por la misma compañía de streaming en conjunto con los estudios 3 Arts Entertainment y Blue Spirit, nos lleva al Japón del siglo 17, en donde se hizo efectivo el cierre de las fronteras del país y la expulsión de todo extranjero que se encontrara dentro de la isla, el llamado “Sakoku”. Todo contacto con foráneos era castigado y las familias mestizas eran repudiadas al ser consideradas impuras por el Shogunato.

Mizu es una samurái que nació con rasgos mestizos, en donde su característica más notoria son unos ojos azules que son fuente de burla entre quienes le rodean. Su nacimiento tuvo lugar luego de que uno de los 4 extranjeros que permanecieron ocultos en Japón forzara a su madre y la embarazara. Ahora, ya siendo una adulta con habilidades forjadas, inicia un viaje para encontrar y matar a esas 4 personas que la condenaron a una vida de discriminación. Pero estos hombres son difíciles de enfrentar. Son protegidos por gente de gran influencia y el llegar a ellos es una tarea de vida o muerte. Inicia así la historia de una samurái, su espada y una venganza. 

Sus 8 episodios de 45-60 minutos de duración se pueden ver de una sola pasada sin llegar a notar cansancio. Da la impresión de estar viendo una película de cine más que una miniserie de presupuesto acotado. Todo lo que rodea a esta producción es cinematográfico.

Puede que la trama no parta como algo elaborado y que se mantenga simple en general, pero va sumando elementos a medida que Mizu avanza en su camino. Ella solo tiene una misión y se conoce desde el primer episodio, pero debe intercambiar favores a cambio de información sobre el paradero de sus objetivos. Es así cómo vamos explorando distintas realidades del Japón de la época y vamos entendiendo un poco más sobre los personajes y las batallas internas de cada uno. 

Es una serie basada en hechos históricos y sus creadores, Michael Green (Logan, Bladerunner 2049) y Amber Noizumi quisieron que fuera lo más fiel posible al Japón de esos años. Lo que por supuesto deja en evidencia el pobre trato hacia la mujer sumisa, la importancia del estatus social, la pobreza y discriminación entre habitantes y lo cruel que son con quiénes no pueden defenderse.   

No se guarda nada en cuanto a sangre se refiere. Las peleas con espadas son cruentas y este anime no intenta disimularlo. Por momentos parece ser una historia de aprendizaje al estilo de Mulan, en otros es un homenaje a Kill Bill. Lo que es claro es que no es una serie para niños.

Cuesta hablar de las cosas positivas ya que uno no sabe por dónde partir. Pero sí hay que dar un orden de importancia a trabajo hecho, se debería comenzar con lo realizado por Jane Wu como directora de la animación. Ella, en conjunto con los showrunners, buscaron que el anime pudiese replicar las sensaciones de la isla en 1633, por lo que usaron los cuadros del célebre pintor, Hiroshi Yoshida, como fuente de inspiración para sus paisajes. Los que reciben una delicada iluminación que acompaña a los personajes en su andar y les da un aspecto de realidad.

Querían que la miniserie pudiera verse como un Live Action, así que tomaron la decisión de planear los escenarios y sus elementos antes de pensar en los movimientos de los personajes, de esa forma podrían trabajar las secuencias de animación considerando el terreno en dónde ocurren los hechos. Gracias a esto pueden jugar con el enfoque de cámaras, giros y profundidad de las imágenes como si estuviesen dirigiendo a una persona real.

Y si hablamos de secuencias hay que destacar un sistema de captura de movimiento en las escenas de acción. Todo lo que se ve en pantalla es una simulación 3D de información obtenida con la ayuda de artistas marciales. No es solo animar una pelea a espadas, es tener respeto con los estilos de lucha para obtener resultados óptimos.

Es difícil no emocionarse con los distintos enfrentamientos. Sabes que estás viendo algo que se siente real, pero también se permite jugar con la imaginación y crear a partir de una animación que se permite innovar con su acción. Es una lástima que solo sean 8 episodios. 

Los paisajes y las escenas, tal como querían los creadores, se sienten como una pintura en movimiento. Son reales. Investigaron costumbres, arquitectura, comida y vestimenta para que todo fuese fiel a la fuente original. Puede ser bello y atrapante u horrendo y repulsivo, lo importante es que se mantiene auténtico. Un arte espectacular que alimenta las ganas de seguir viendo.

Los personajes son carismáticos y fáciles de querer. También son fáciles de odiar. Todos pueden ser potenciales aliados o enemigos en la vida de un samurái, más aún si es una mujer mestiza que ha aprendido a no confiar en nadie debido las costumbres niponas. 

Es de esperar que el tiempo le dé la importancia que se merece. Los buenos proyectos deben tratarse con cariño y Samurai de Ojos Azules es, sin lugar a dudas, candidata a mejor miniserie animada del año. Una exquisitez que debe ser vista lo antes posible.

Samurai de ojos azules (2022)

Netflix

5.0/5

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