Sin Tiempo Para Morir: La franquicia Bond explora con éxito nuevas rutas narrativas

Originalmente agendada para abril de 2020, “Sin tiempo para morir” fue una de las películas más aplazadas debido a la pandemia y que luego de un montón de fechas tentativas finalmente se estrenó en los cines de todo el mundo hace un par de semanas, luego de que Universal se negara a distribuirla por servicios de streaming o televisión. Y vaya que tenemos que agradecer esa decisión, porque definitivamente una cinta de esta envergadura está pensada, diseñada y ejecutada para ser vista en la pantalla grande.

La trama es simple, un par de años después de los hechos ocurridos en Spectre (2015), James Bond se encuentra retirado y alejado de cualquier tipo de misión. Por supuesto, todo cambia cuando un viejo amigo lo recluta para rastrear a lo que queda de Spectre, quienes han robado un tipo de virus que puede ser utilizado como arma de destrucción masiva. El resto, bueno, ya sabemos de qué va una película de 007: persecuciones, tiroteos y un acto final con cuenta regresiva para salvar al mundo.

La gran noticia es que “Sin tiempo para morir” es bastante diferente a la clásica película de James Bond, volviendo un poco a los inicios de esta etapa de la franquicia con Daniel Craig en el rol estelar. Las referencias a “Casino Royale” (por escándalo la mejor de todas) no son pocas e incluso algunos personajes antiguos vuelven a participar de esta nueva misión. Sin embargo, la gran diferencia es que la historia de amor entre Bond y Madeleine Swann (interpretada a la perfección por Lea Seydoux), funciona como eje central de la trama, motivando cada decisión de los personajes y entregando una cuota de emotividad, y posible redención para James, que no habíamos visto precisamente desde Casino Royale. El ver a un Bond más vulnerable desde lo emocional, le entrega una capa narrativa diferente a la historia, muy alejada de ese 007 robótico que vimos en los 90’s.

Por otro lado, es indiscutible la potencia audiovisual que Cary Fukunaga tiene para aportar, principalmente desde la óptica de la acción, y la manera en las que está filmada dicha acción. Si nos ajustamos a la realidad, sería injusto decir que la saga de Daniel Craig de James Bond ha sido floja en su forma de abordar las secuencias de acción, pero tampoco ha sido algo por lo que ha destacado, salvo un par de secuencias memorables. Y es por eso que “Sin tiempo para morir” lleva a la franquicia a una actualización considerable en este aspecto, ofreciendo sólidos set pieces, hermosos planos secuencia de acción ininterrumpida (marca registrada de Fukunaga desde True Detective) y mucha innovación desde la planificación de cada una de las secuencias.

Además, la mano de Fukunaga se aprecia a plenitud en la coralidad del reparto. La película respeta a sus personajes, les entrega herramientas y momentos para brillar, sin jamás perder de vista la historia central, ni opacar a quienes la protagonizan. Desde los clásicos “M”, Moneypenny o Q, hasta personajes nuevos como la agenda cubana Paloma (Ana de Armas) o la nueva agente 007 (Lashana Lynch, que además le entregan una mirada femenina a la franquicia muy acorde a los tiempos que corren: con mujeres empoderadas, fuertes, que constituyen un aporte a la historia y al personaje principal.

Capítulo aparte merece Daniel Craig. ¿Qué se puede decir de su Bond que ya no sea haya dicho o escrito anteriormente? Muy poco, pues sinceramente es un actor completo, versátil, y que como ya dijimos, lleva al personaje por caminos muy poco explorados hasta ahora, particularmente en su relación humana con Madeleine Swann. La despedida de Craig es dura, emotiva, por todo lo que ha entregado a la franquicia, pero además por su compromiso físico e interpretativo, que en esta película brilla con luz propia.

Ahora, el único gran problema de “Sin tiempo para morir” es su villano, interpretado por Remi Malek. No es un desastre, en ningún caso, aunque carece de la potencia argumental de otros antagonistas inolvidables de la franquicia, como Le Chiffre (Mads Mikkelsen) en Casino Royale, o Raoul Silva (Javier Bardem) en Skyfall. Gracias a su talento, Malek logra apenas salvar a un personaje que desde el guion tiene muy poco que hacer en pantalla, con una plan que nunca logra quedar del todo claro, y que termina naufragando en la narrativa, especialmente en desmedro de otras líneas argumentales mucho más interesantes.

De todas formas, la despedida de este ciclo de la franquicia es por todo lo alto, con sólidas actuaciones, grandes escenas de acción, y una exploración más que interesante de en lo que podría eventualmente evolucionar un personaje que ha sabido reinventarse y ajustarse a los tiempos en los que vivimos. Parece que tendremos 007 para rato, y si este será el nivel, bienvenido sea.

Sin tiempo para morir (2020)

Cary Fukunaga / Universal y MGM

4.0/5

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