Disney+ sigue en pie de guerra tratando de posicionar su servicio de streaming en un área cada vez más competitiva. Con el cercano arribo de HBO Max y Paramount+ a Latinoamérica, cada uno de los exclusivos cuentan para definir el ganador en cada trimestre en términos de audiencia. Para esta temporada, la apuesta del grande norteamericano es una serie que sigue expandiendo el interminable catálogo de Marvel, ahora enfocado en uno de sus personajes con menos desarrollo en las películas. Hablamos de Wanda Maximoff y de Visión, el androide con inteligencia artificial portador de la Gema de la Mente (para más información ver TODO el universo cinemática de Marvel).
Ubicada justo después de Avengers: Endgame, la serie comienza en el poblado de Westview, donde Wanda y Visión viven una vida extrañamente perfecta. Conviven en una realidad que emula el estilo de los sitcoms de antaño, con risas de un público invisible y un estilo pauteado del guión que llega a incomodar. Sin embargo, nuestros protagonistas parecieran no percibir este extraño contexto, lo cual intensifica lo incómodo de la situación, que pronto comenzará a revelar la verdadera naturaleza de la situación.
De esta manera, la serie cambia constantemente de lenguaje visual, saltando entre épocas y estilos, donde se nos va desvelando el misterio que esconde Wanda. Con sus poderes logró crear una realidad alterna donde fue capaz de revivir a Visión con sus recuerdos. Para ello tuvo que secuestrar y cambiar al poblado completo de WestView para que cada uno de sus integrantes cumpla un rol en su narrativa y Vision no se dé cuenta de su naturaleza y estado de encierro.
Esta parte podría haber sido la más interesante de la serie, donde el espectador a través de pequeños detalles descubriera esta extraña situación y sintiese el peso de la incomodidad donde las reglas de la física y de lo natural parecieran estar alteradas al punto de disonar de manera terrorífica. Pero al parecer, lo que parecía ser una buena vuelta de tuerca y refresco para la manoseada fórmula de Marvel, no terminó de convencer al equipo creativo de Disney y rápidamente, en el tercer capítulo, encontraron la necesidad de explicar absolutamente todo lo que estaba pasando de manera explícita y casi infantil para no sobreexigir a una subestimada audiencia.
Haciéndonos sentir que somos un espectador que sería incapaz de entender y seguir esta nueva y oscura directriz de la serie, se nos explica desde una perspectiva más clásica y externa que está ocurriendo dentro de esta realidad que ha creado Wanda Maximoff. Es aquí donde entran un sinfín de personajes sin peso narrativo alguno y otros desaprovechados que parecieran salir de un reciclaje sin alma de otras películas relleno del MCU. Todo con la motivación de Disney de mantener una serie liviana, sin mayores riesgos y que la gente pudiese disfrutar sin tener que pensar mayormente en las implicancias creativas que podría haber logrado.
Por lo mismo, la serie parece cambiar en estilo no de manera intencional, si no que como un error creativo propio de un show que no tiene un líder encargado de su narración, donde las decisiones que se tomaron parecieran haber sido hechas por un grupo que no se puso de acuerdo en la identidad que debería haber tenido esta serie.
Sin embargo, no todo es malo, ya que tanto la actriz protagonista Elizabeth Olsen como su contraparte masculina, Paul Bettany, logran sacar a flote unas muy buenas actuaciones a pesar de lo débil del guión general de la serie. Logran adaptarse al constante cambio de estilos y épocas actuando acorde a cada uno de estos saltos temporales.
Lo que parecía un buen intento de desprenderse e innovar en este universo, termina volviendo a la ya más que reconocida fórmula de Marvel y Disney, donde lo que pareciera primar es el espectáculo pirotécnico por sobre el contenido real. Evidentemente es algo que funciona a nivel de espectáculo y de audiencia, pero volvemos a ver a una industria incapaz de revelarnos nuevos caminos e inquietudes creativas.
El personaje de Kathryn Hahn, la bruja Agatha Harkness, llega tarde a ser de la antagonista de esta historia. Ya presentados algunos personajes olvidables que intentan acabar con este mundo irreal de Wanda, la verdadera villana se nos presenta prácticamente al cierre de la serie, desaprovechando su desarrollo de manera estrepitosa, ya que el carisma y la capacidad interpretativa de su actriz, se ven opacadas por un apresurado clímax y desenlace, donde solo pareciera ser útil para forzar la narrativa y explicarnos el origen del alter ego de Wanda, La Bruja Escarlata.
Así es como transcurre esta serie, presentándonos constantemente a personajes y vuelcos en la historia que parecen prometer pero que terminan de manera abrupta y sin resolver nada, dejándonos como espectadores, valga la redundancia, expectantes por más. Tanto el personaje de Piettro de otro universo, como el de Monica no tienen una real explicación ni cierre para aquellos espectadores que no han leído todos los cómics ni el loro de Marvel. Otra muestra del poco respeto por parte de la producción por sus propias creaciones y por su audiencia.
Dentro de su rol para construir la nueva etapa de este universo cinematográfico, logra establecer los puentes necesarios para el desarrollo de ideas tan esperadas como el Multiverso, que posiblemente sean tocadas en la nueva película en solitario de Spider Man. Así mismo, como tantas puertas abre también muchas dudas siembra sobre el futuro de la ya extensa saga de superhéroes. ¿Será acaso este el único y fallido intento de otorgarle mayores atribuciones creativas al contenido de Marvel? ¿Seguiremos viendo la misma técnica una y otra vez en el futuro spinoff de “Loki” y de “Falcon and The Winter Soldier”?
Solo queda esperar a ver que futuro nos depara este universo y si Disney, de una vez por todas, deja pensar solo en las ganancias y en la audiencia fácil y se atreve a conquistar el mundo de lo creativo como lo hizo antaño su creador.